Ante un mundo que promueve cada vez con mayor ferocidad el descarte de los pobres y vulnerables, la Iglesia no deja de alzar su voz para defender el valor de la vida humana en la enfermedad, el sentido del sufrimiento y el significado del tiempo que precede a la muerte, a la vez que alienta todo tipo de iniciativas de acompañamiento de la persona enferma en las fases terminales de la vida de manera que se le ayude respetando y promoviendo siempre su inalienable dignidad humana, su llamada a la santidad y, por tanto, el valor supremo de su misma existencia (cf. Carta Samaritanus Bonus sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida, Congregación para la Doctrina de la Fe, 22 de septiembre de 2020).
Fruto de esta inquietud y tras casi seis años de trabajo y esfuerzo, el pasado 10 de marzo la Iglesia en Aguascalientes (México) puso en marcha la Casa Oasis de Misericordia, un proyecto que ofrece atención gratuita y digna a enfermos terminales en situación de vulnerabilidad.
En una entrevista con ACI Prensa, el padre Javier Cruz Muñoz, director diocesano de la casa, explicó que el proyecto surgió a raíz de la invitación del papa Francisco durante el Año de la Misericordia (2015-2016) de ser «Misericordiosos como el Padre» y vino a concretar el sueño que siempre había tenido la diócesis de crear un espacio dedicado a la «atención a enfermos muy graves, respondiendo a la obra de misericordia de visitar al enfermo».
Esta iniciativa busca ser un refugio de esperanza y amor para quienes atraviesan la última etapa de su vida, ofreciendo cuidados médicos, atención psicológica, apoyo social y acompañamiento espiritual. De hecho, la atención espiritual es uno de los pilares fundamentales de Casa Oasis de Misericordia ya que permite dar «sentido al sufrimiento de los enfermos desde el mismo sufrimiento de Cristo, que entregó su vida por nosotros». Además esta misma fe en Cristo Salvador se expresa a su vez en la caridad de manera que el enfermo pueda experimentar en primera persona su condición de hijo amado de Dios y miembro de una verdadera familia, la Iglesia. Contra los que promueven con falsa caridad la eutanasia o el suicidio asistido, especialmente entre los más vulnerables y desfavorecidos, «todo lo que se ofrece en esta casa –comentó el padre Cruz– es para que el enfermo viva con dignidad pero sobre todo con esperanza en lo que solamente Dios le puede ofrecer en esta vida y en la vida eterna».