En el año 2017 vio la luz en España esta obra, originalmente escrita en lengua inglesa por el polifacético intelectual católico estadounidense Christopher A. Ferrara. El economista y profesor Daniel Marín Arribas coordinó su traducción al castellano, a la vez que añadió un extenso apéndice a la obra, que pretende ser un refuerzo a las tesis de Ferrara, desde la impronta del pensamiento hispánico, que Marín conoce en profundidad, con el foco en las relevantes aportaciones de la neo-escolástica de la Escuela de Salamanca, en el pensamiento económico, social y político, nacidas en el marco de una Cristiandad a la sazón ya quebrada por la herejía luterana y su infinidad de ramificaciones.
La tesis central del libro, desde la base de una nutridísima documentación fundada en la doctrina pontificia y los más excelsos pensadores católicos de todos los tiempos, es dar carpetazo a las sugestiones que, desde muchos ambientes intelectuales, incluso católicos, se vierten acerca de la coincidencia entre los postulados de la doctrina de la Iglesia, especialmente en materia de economía y política, y ciertos asertos y tesis procedentes de algunas escuelas liberales. De entre éstas, destaca la llamada «Escuela austríaca», formada entre finales del s. xix y mediados del s. xx por personajes como Hayek, Mises o Rothbard, y cuyos discípulos no han vacilado en denominar «Escuela española», en base a la influencia que, erróneamente, consideran que tuvo entre sus autores el pensamiento social hispánico de la Contrarreforma.
La clave del hilo argumental del libro se funda en el análisis de la antropología que subyace en las diferentes escuelas que pretenden congraciarse con la doctrina social católica, y particularmente, la Escuela Austríaca. El aspecto más relevante para desenmascarar esta falsa compatibilidad es la idea de libertad. Separadas del derecho natural clásico, el austro-libertarismo y sus acólitos quedan retratados en la medida en que reconocen, de su propia pluma, que su concepto de libertad no es más que la mera auto-determinación del sujeto, es decir, el concepto moderno de libertad, frente a la tradición filosófica, coronada por la definición tomista de libertad como la inclinación de la voluntad hacia el bien objetivo.
Sobre este eje de rotación se desarrollan otras cuestiones de índole estrictamente más económica, pero no por ello carentes de interés incluso para el no iniciado. Y no solamente por las implicaciones prácticas de las cuestiones disputadas, sino porque, al tratarse la economía de una ciencia humana, y por tanto, moral, la comprensión de la antropología desde la cual se analiza el mundo económico tiene hondas consecuencias en el conjunto de la vida social. Ideas como el precio justo, la usura, el libre mercado y el papel del Estado en la economía son analizadas, no desde un prisma meramente académico, sino moral, obviamente sin prescindir de sus rudimentos teóricos, sin los cuales la comprensión del tema es imposible.
El apéndice de Daniel Marín Arribas es especialmente revelador acerca del predicamento que han alcanzado, en los últimos años, las teorías austro-libertarias en una parte de la intelectualidad católica española hasta nuestros días. Sin retazo alguno de ese personalismo contemporáneo que a menudo emborrona la jerarquía de los fines en materia social, Marín expone cómo los teóricos de esta escuela austríaca, como buenos herederos de la modernidad filosófica, omiten la idea clásica de derecho natural, intentando separar la economía de sus juicios morales objetivos. En definitiva, conciben la economía al modo mecanicista y determinista, lo cual lleva, en última instancia, a paradojas insalvables en lo que respecta a la propia concepción de libertad que propugnan.
La originalidad de esta obra, que considero un vademécum de apologética contra los errores liberales, pone de manifiesto el abandono generalizado del estudio de la tradición católica aplicada a las hodiernas «ciencias sociales», pese a que el magisterio pontificio al respecto creció exponencialmente desde mediados del s. xix.Esta obra muestra que el pensamiento católico, y más en particular, la herencia de la Cristiandad hispánica, ajena a todo rastro de modernidad filosófica y teológica, es luz para estos tiempos, también de crisis en muchos órdenes.
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