El 28 de mayo de 2019, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución que establece el 22 de agosto como el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Basados en la Religión y las Creencias. La proposición de conmemoración fue presentada por Polonia con el apoyo de Estados Unidos, Canadá, Brasil, Egipto, Irak, Jordania, Nigeria y Pakistán.
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) desde hace más de setenta años al servicio de los cristianos que sufren y son perseguidos, ha recibido con satisfacción esta resolución. Mark Riedemann, Director de ACN Internacional de Relaciones Institucionales ha destacado: «Este no es sólo un paso útil, sino también crucial. Hasta la fecha, la respuesta de la comunidad internacional a la violencia por motivos religiosos, y a la persecución religiosa en general, puede calificarse de demasiado escasa y tardía».
La resolución tiene un mensaje y un mandato claro, con un recordatorio a partir de ahora cada 22 de agosto, de que los actos de violencia por motivos religiosos no pueden y no serán tolerados por Naciones Unidas, los estados miembros y la sociedad. Esto implica, según Riedemann, que la protección de aquellos que sufren violencia por motivos religiosos es también un reconocimiento de la libertad religiosa: una aceptación de la realidad sociológica de la religión en la sociedad, el papel positivo de la religión en las sociedades para garantizar la pluralidad y promover el desarrollo económico, «como declaró el papa Benedicto XVI, el derecho fundamental del individuo a buscar la Verdad, a buscar lo trascendente, a buscar a Dios.»
Aumento de la violencia contra los creyentes
Además de los casos más locales y puntuales de violencia por causas religiosas que se dan en el mundo, en los últimos cinco años ha habido varios acontecimientos calificados de genocidio. Esto ha hecho saltar las alarmas a nivel mundial sobre la violencia por causas religiosas. Uno de ellos ha sido el ataque sistemático de Daesh en Siria e Irak contra las minorías religiosas, sobre todo los cristianos y yazidíes. Otro el de la minoría musulmana rohingya en Myanmar, por no hablar de la violencia organizada contra la comunidad cristiana en el norte de Nigeria, República Centroafricana y otras zonas de África.
Las investigaciones de informes internacionales sobre la libertad religiosa, como los publicados por la Comisión de Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional (USCIRF), el Centro de Investigación Pew y el Informe Libertad Religiosa en el Mundo de Ayuda a la Iglesia Necesitada, confirman el aumento sin precedentes de la violencia contra grupos religiosos, de prácticamente todas las religiones en todos los continentes. «Nuestro silencio es una vergüenza», afirma Mark Riedemann, «además, los cristianos son los que sufren mayor persecución». Además, los grupos religiosos están siendo erradicados de sus lugares de nacimiento. Antes de la invasión de 2003, los cristianos iraquíes eran 1,3 millones. Hoy en día hay, en el mejor de los casos, 300.000.
Un plan de acción
Por todo ello, cabe preguntarse si este reconocimiento se va a quedar en una conmemoración simbólica o si se seguirán tomando medidas para la denuncia y reducción de la violencia por motivos religiosos en el mundo. Riedemann asegura que «aunque es un paso importante, hay que seguir avanzando en este sentido. Corresponde a los Estados y a la sociedad civil garantizar que esta acción simbólica se convierta en una acción significativa. El objetivo final es prevenir actos de persecución religiosa en el futuro».
El director de ACN Internacional de Relaciones Institucionales propone, en este sentido, el establecimiento de una plataforma dedicada de la ONU a la que los representantes de los grupos perseguidos o de las ONG que trabajan con ellos, puedan participar y proporcionar información de primera mano sobre su situación y los retos a los que se enfrentan. «Estos estudios de casos servirían de base para reconocer las tendencias de las persecuciones, los autores de tales atrocidades, cómo operan, cómo se financian y, al hacerlo, ayudar a desarrollar un plan de acción acorde para prevenir tales actos en el futuro. Las Naciones Unidas deberían trabajar para establecer un tribunal internacional que aborde la cuestión de la impunidad de los actos de violencia por motivos religiosos cometidos por grupos que van desde Boko Haram hasta Al-Shabaab y Daesh.»
Origen de la iniciativa
La iniciativa de establecer un día mundial de las Víctimas de violencia contra la religión fue iniciada y llevada a cabo por Ewelina Ochab, abogada, autora y coautora de varios libros y artículos sobre la libertad religiosa. En septiembre de 2017, después de la conferencia internacional organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada en Roma sobre el proyecto de reconstrucción de las aldeas cristianas de las llanuras de Nínive, Ochab propuso llamar la atención mundial sobre las violaciones de la libertad religiosa y, más concretamente, sobre la persecución de los cristianos. ACN apoyó esta iniciativa de promover una acción por parte de la comunidad internacional.
A lo largo del 2018 lanzó un llamamiento en 17 conferencias a representantes de Estados Unidos, Reino Unido y de la Unión Europea. Recibió apoyo de algunos de ellos. A mediados de 2018, el Ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno polaco confirmó también su respaldo a la iniciativa y los Estados Unidos incluyeron la propuesta en su declaración y plan de acción Potomac. Ochab informó entonces a ACN: «Polonia presentó y procedió con los pasos necesarios en la Asamblea General de la ONU, obteniendo apoyo y trabajando en el borrador para asegurar el consenso. Fue un proceso largo con mucha gente involucrada, pero sin duda Ayuda a la Iglesia Necesitada fue la inspiración».
ACN, con los cristianos perseguidos
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada busca llamar la atención y proporcionar apoyo para ayudar a mantener viva la fe y la esperanza de aquellos cristianos que sufren y son perseguidos por su fe. «Gracias a la generosidad de nuestros donantes, recaudamos más de 100 millones de euros el año pasado y financiamos más de 5.000 proyectos en unos 139 países. Nuestros donantes son la base sobre la que construimos puentes de fe, esperanza y caridad. Pero además del apoyo financiero es necesario crear conciencia del sufrimiento de estas comunidades cristianas, para que sus gritos no queden sin ser escuchados, ni su sufrimiento pase desapercibido», concluye Riedemann.