Cuando murió Juan Sebastián Bach, su música quedó sepultada en el olvido, sus mismos hijos decían que la música de su padre era anticuada y prácticamente nada de su obra se había publicado. Se le recordaba a Bach únicamente como un intérprete extraordinario de órgano.
Si comparamos a Bach con la mayoría de músicos vemos una gran diferencia en su vida y en su comportamiento. Por ejemplo podemos ver a Vivaldi sacerdote católico que se excusaba de decir misa para dedicarse a la música, Mozart viviendo una vida fácil y glamurosa en Viena, Beethoven, persona con una vida difícil por su soledad y su sordera, también podríamos citar a Schumann, a Chopin, a Schubert y muchos otros. ¿Pues qué tenía Bach para ser diferente a ellos? En primer lugar tenía un ambiente familiar envidiable que era suficiente para disfrutar en aquella casa. Fue muy feliz con su primera esposa, Bárbara Bach, con la que tuvo siete hijos, y también en su segundo matrimonio, con Ana Magdalena, con quien tuvo trece hijos, y sobrevivieron cinco. La vida de Bach estuvo centrada en su profesión sin necesitar hacer alardes extraños para sobrevivir. Su dedicación a la vida familiar fue lo primero y a ello sometió su vida profesional, pues sus empleos, ya fuera en Weimar, en Köthen o en Leipzig fueron escogidos para el bien de toda la familia y de los hijos.
Pero sobre todo ello había una cosa que lo presidía todo. Era un hombre profundísimamente religioso. Alabar al Creador con su música era lo que daba sentido a su trabajo. Y parece que Dios le recompensó. No siguió modas, hizo su música, la que consideró mejor para glorificar al Altísimo. Era perfectamente consciente de que la música que estaba componiendo no estaba ya de moda. Nuevos estilos y tendencias eran las que triunfaban. Esto fue algo que le comentaron mucho, pero permaneció fiel a la obra que debía componer. Sin embargo un siglo más tarde se vio que muchas de las cosas que había creado eran aceptadas por la mayor parte de los músicos.
Como compositor no fue famoso ni en vida, ni después de morir. Cuarenta años después seguía siendo un perfecto desconocido. Tuvo que trascurrir más de medio siglo, en el que se podían haber perdido todas sus partituras, para que, por pura casualidad, Mendelssohn lo escuchara. Desde entonces, este autor se impuso la sagrada tarea de que el mundo conociera la música de aquel hombre religioso que trabajó para una iglesia de Leipzig y dando clases.
Gran cantidad de personas no creyentes se han acercado a Dios oyendo su música. Johann W. Goethe decía: «Al oír la música de Bach tengo la sensación de que la eterna armonía habla consigo misma, como debe haber sucedido en el seno de Dios poco antes de la creación del mundo». Friedrich Nietzsche le dijo a un amigo: «Esa semana he ido a escuchar tres veces la Pasión según san Mateo del divino Bach. Una persona que ha olvidado, como yo, completamente el cristianismo no puede evitar oírla como si se tratase de uno de los evangelios». Jonathan Miller, director de teatro y ópera: «Hay muchas partes que me sorprenden, pero una en concreto siempre me emociona y siempre me preparo para ella, intento resistirla… o al menos me cubro la cara para que nadie vea que estoy llorando, se trata del aria Erbarme dich, mein Gott. Desconozco el porqué de mi reacción. Sólo pensar en esta aria se me llenan los ojos de lágrimas».
La obra integral de Bach es sencillamente increíble, una vida insuficiente para escribirla y toda para mayor gloria de Dios.
La Pasión según san Mateo constituye, sin duda, la cumbre del arte musical barroco y de la música. Para Igor Stravinski, la personalidad artística del maestro de Eisenach le pareció un milagro, algo sobrenatural e inexplicable: «Nunca jamás se ha unido de manera tan exquisita la perfección musical con la emoción y el sentimiento más profundo, que en La Pasión según san Mateo». Aunque la persona no sea religiosa, la espiritualidad que desborda cada frase, cada salmo, cada intervención del evangelista, cada himno, cada aria, esa emotividad que impregna toda la obra, desde su famoso principio hasta su esplendoroso final, golpea el alma de los oyentes. No se puede expresar con palabras.
Pero para comprender su música los oyentes se ven gustosamente impelidos a tratar de conocer aquello de lo que se les está hablando. ¿Qué es la Pasión? ¿Quién es Cristo? ¿Qué es la Redención?, tres preguntas entre cientos que surgen a cualquiera que penetre en sus maravillosos acordes.
Dios premia a sus servidores. Otros artistas trabajaron para reyes o nobles u otros mecenas. Él fue fiel al que le encargó su obra. Y para Él compuso la mejor y más profunda música de la historia.
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