John Beaumont, en un artículo aparecido en Saint Austin Review, se hace eco de una jugosa anécdota: se trata de «una anécdota sobre el comentario que Talleyrand, el obispo secularizado de Autun, político y diplomático, habría dirigido a alguien que defendía una nueva religión llamada «Teofilantropía». Se cuenta que aquel pobre hombre se encontró con que su religión, una construcción puramente intelectual, no conseguía hacer conversos y que se quejó a Talleyrand, quien le dio el mejor consejo que puede concebirse. Stanley Jaki, que también recoge la anécdota, escribe que la respuesta de Talleyrand fue: «Si quiere hacer conversos, haga milagros. Cure a los enfermos, reviva a los muertos, déjese crucificar y resucite al tercer día».
La misericordia en el Padre Pío de Pietrelcina
Su primera preocupación, su anhelo sacerdotal y paterno, fue siempre que las personas volvieran a Dios, que experimentaran su misericordia y, renovadas interiormente, redescubrieran la belleza y la alegría de ser cristianas, de vivir en comunión con Jesús, de...











