Que la Virgen eligiera Fátima, un lugar desconocido y anónimo, para manifestarse a tres pastorcillos, pobres y sencillos, el 13 de mayo de 1917, llamó la atención de las personas interesadas en encontrar alguna explicación a esta especial intervención divina. El caso de Fátima tiene especial importancia, porque desde hace muchos años se observa un gran interés del pueblo musulmán por este lugar, que lleva el mismo nombre que la hija predilecta del profeta Mahoma. Siempre el pueblo musulmán ha tenido un especial trato o devoción por Maryam, madre del «profeta» Jesús, y no es de extrañar que durante la visita del papa Francisco de este mes de mayo, muchos musulmanes hayan ido a venerar, no sólo a Maryam, sino también a un lugar que el pueblo musulmán reclama como propio, por razones históricas.
El reino de Portugal
Alfonso Henríquez, el Conquistador, era hijo de Enrique de Borgoña y de doña Teresa, hija del rey de Castilla, Alfonso VI, condes de Portugal. Tras la muerte de su padre, su madre gobernó durante la minoría de edad de su hijo, pero al llegar la mayoría de edad del hijo, no quiso dejar el gobierno, provocando fuertes desavenencias entre madre e hijo, que hicieron que éste se revelara contra ella hasta su expulsión del condado. Tras fuertes luchas con su primo el Rey de Castilla, Alfonso VII, se independizó y se proclamó rey de Portugal, siendo reconocido por el representante papal y por Alfonso VII en 1145.
El rey portugués conquistó gran cantidad de tierras entre el Duero y el Tajo y así conquistó Santarem, en el bajo Alentejo, tras la batalla de Ourem, en marzo de 1147, convirtiendo esta población en la sede de su campamento, en espera de ir conquistando más tierras a los moros. La conquista de Lisboa tuvo lugar poco después con la ayuda marítima de una flota de cruzados franceses, alemanes, ingleses y flamencos, que iban a Tierra Santa, en octubre de 1148. Tras la muerte del primer rey Alfonso I Henríquez, en el año 1185, el reino de Portugal llegaba hasta el Tajo.
Don Gonzalo y la hija del valí de Alcacer
El día de san Juan de 1158, una brillante cabalgata de nobles, hombres y mujeres, sarracenos descendía con toda su pompa de Alcacer do Sal, población al sur del río Tajo, hacia el río Sado montados en caballos bellamente enjaezados y las damas en literas doradas, para disfrutar de un día de regocijo, cuando un puñado de caballeros portugueses, en una emboscada, se lanzaron contra ellos al galope. Al frente de ellos iba don Gonzalo Hermingues, llamado «Traga-moiros» (Tragamoros). Se entabló un combate entre ellos y los caballeros sarracenos. Tras la victoria portuguesa, los supervivientes, incluidas las mujeres, fueron llevados hasta Santarem a la presencia del rey Alfonso I. En recompensa de aquella hazaña, el rey le dijo al «Traga-moiros» que pidiera lo que quisiera. Don Gonzalo le pidió la mano de la más bella de las damas que habían sido hechas prisioneras. Era la hija del valí de Alcacer y se llamaba Fátima. El rey aprobó gustoso aquella solicitud y tan solo puso el reparo de que la princesa debía hacerse cristiana libremente. Fátima recibió la instrucción necesaria y se hizo cristiana y Don Gonzalo se casó con ella. En el bautismo recibió el nombre de Oureana. Se llamó Fátima Oureana. Como regalo de bodas el rey le concedió al «Traga-moiros» la pequeña villa de Abdegas que, a partir de entonces, tomó el nombre de la princesa Oureana. Hoy se llama Ourém.
A la muerte de Fátima, don Gonzalo, muy desconsolado, se entregó a Dios en la abadía cisterciense de Alcobaça, recién construida por el rey Alfonso I. En 1171 esta abadía fundó un priorato en una zona próxima, siendo enviado como prior, Fray Gonzalo. Una vez construida la capilla, trasladó a ella los restos de su amada Fátima Oureana. Dichos restos deben estar aún allí aunque ninguna inscripción indique el lugar donde descansan. El convento subsistió hasta el siglo xvi; la capilla todavía en pie, a través de varias transformaciones, ha venido a ser la iglesia parroquial de la población que se creó a su alrededor y que ha venido a llamarse Fátima. Y este pequeño pueblo fue el escogido por la Virgen María para dar su mensaje al mundo: rezar el Rosario para obtener la paz del mundo y que venga a nosotros su Reino.