El próximo mes de noviembre se cumplirán los cien años de la llamada declaración Balfour, considerada como la primera manifestación formal de una potencia mundial en favor del derecho del pueblo judío a establecerse en Palestina. Fue el primer paso que daría lugar, al cabo de algo más de cuarenta años de dicha declaración, a la creación del actual Estado de Israel. La ideología que principalmente y de forma determinante inspiró todo el movimiento que origina la creación del Estado de Israel es el sionismo, secularización de las esperanzas mesiánicas que han acompañado y definido al pueblo de Israel, a lo largo de toda su historia.
Una anécdota de la vida del padre Orlandis puede ayudar a comprender la trascendencia histórica de aquella declaración por las consecuencias que se podían derivar y derivaron de ella. Al publicarse esta declaración en 1917 el padre Orlandis la interpretó como el anuncio de lo que sucedería años más tarde: el retorno de los judíos a la Tierra prometida. Comentándolo en su comunidad de jesuitas suscitó entre sus compañeros un cierto escepticismo esta previsión de futuro por un motivo digno de consideración. Esto no podrá ser así ya que si esto sucediera –se decía– estaríamos en vísperas de la conversión de los judíos y por tanto, del final del mundo. Se vinculaba como algo indiscutible, la vuelta a Israel, la conversión del pueblo judío y el final de la historia. Para que esto ocurriera, antes tenían que tener lugar otros acontecimientos escatológicos que parecía que no estaban en el presente ni en un horizonte histórico próximo.
El padre Orlandis acertó: el regreso de una parte del pueblo judío es hoy una realidad gracias a la creación del Estado de Israel, pero los judios no se han convertido aún. No obstante, podemos preguntarnos: ¿La creación del Estado de Israel, fruto de actitudes ideológicas de carácter inmanentista,–aunque frecuentemente revestidas culturalmente del lenguaje religioso– no podría ser el instrumento que Dios prepara para la realización de sus designios de salvación para el pueblo judío? Los caminos de Dios son insondables, pero sabemos que su Providencia, siempre dirige la historia al cumplimiento de sus promesas de misericordia.
Leemos en la carta de san Pablo a los Romanos: «todo Israel será salvo», «pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables» ( Rom 11, 26 y 29) y como enseña el Catecismo de la Iglesia católica: «La venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia se vincula al reconocimiento del Mesías por todo Israel (n.674)».
Vivimos, como lo han dicho reiteradamente los últimos papas, en tiempos de misericordia, que se hace como más urgente y necesaria cuando contemplamos a gran parte del pueblo judío alejado de su fe originaria, y a los gentiles, llamados por la fe a formar parte también de los hijos de Abraham, aunque muchos han apostado de la fe sus padres y predecesores. Por todo ello creemos que es necesario tener muy presente las palabras del apóstol san Pablo dirigiéndose a los Romanos: «Porque Dios encerró a todos en la desobediencia, para tener misericordia de todos». (Rm 32)
Razón del número
Es algo obvio afirmar que el mundo occidental se encuentra en una encrucijada decisiva o quizá sería más adecuado decir que estamos en un callejón sin salida aparente. Las causas de este tipo de afirmaciones son diversas y no...