El padre Rodrigo Miranda es sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado. Nació en Chile. Desde hace diez años es presbítero y siempre ha servido en distintas partes de Oriente Medio. Su último destino ha sido Siria, donde ha servido como responsable de la catedral latina de Alepo durante cuatro años, justo desde el comienzo de la guerra. El padre Rodrigo asegura: «He aprendido a ser sacerdote en Siria».
Su tez morena le ha ayudado a pasar más desapercibido en sus destinos de misión. Incluso se dejó crecer la barba y gracias a su árabe fluido ha podido salir y entrar de Alepo sin problemas con los radicales. Ahora –desde hace un año vive en Italia– se ha vuelto a afeitar la barba, «pues podría ser sospechoso de ser yihadista», dice entre risas el sacerdote. La anécdota sobre su apariencia es una muestra del miedo que se vive a un lado y otro del conflicto sirio, del sinsentido de la violencia que se justifica contra unos y otros en cosas tan inútiles como tener o no barba.
La guerra civil siria, que se ha llevado la vida de más de 260.000 personas –según datos oficiales–, está a punto de cumplir su quinto año y la situación se recrudece en la ciudad de Alepo, al norte del país. «Hay muchos protagonistas, muchos de ellos de fuera de Oriente Medio y Siria. Por tanto se complica también llegar a las causas y encontrar soluciones», reconoce el padre Miranda. Nunca abandonó el país a pesar de las terribles circunstancias, pero desde hace apenas un año ha podido salir y ahora su misión es contar lo que está pasando.
Siria está de nuevo en el candelero informativo –a pesar de que la guerra no cesa– por las denuncias de organizaciones internacionales, de casos de hambrunas en ciudades sitiadas por el conflicto. «El primer año ya se acabaron todos los alimentos en Alepo. Nosotros salíamos a buscar comida y veíamos a familias desfallecidas de hambre», comenta el padre Rodrigo. Estas emergencias han golpeado especialmente en la comunidad cristiana, que vive el acoso de los grupos islámicos.
«En Alepo se han ido casi el 70% de los cristianos. En nuestra parroquia había unas doscientas cincuenta personas por misa, y han llegado a quedar diez. Muchos han podido salir de país pero otros tantos se han quedado por el camino. Los cristianos sufren discriminación incluso en los campos de refugiados y obviamente tienen que vivir en la calle como pueden o incluso volver», asegura el sacerdote, que además denuncia no haber visto nunca a representantes de Naciones Unidas. «La Iglesia es la institución que más ayuda in situ. Actualmente damos alimentos a 17.500 familias cada día. Se ayuda a todos, cristianos o no cristianos. No vemos el mismo trato entre los musulmanes hacia los cristianos.»
A pesar de las distintas amenazas, los cristianos sirios quieren quedarse porque su país es la tierra de Jesús. «El primer mensaje que nos lanzan los cristianos en Oriente Medio es: ¡Despierten!», dice Rodrigo Miranda, «vivan el cristianismo como se debe vivir, en imitación a Jesucristo. Y eso les va a acarrear persecuciones porque el que vive como Jesucristo es signo de contradicción». Los cristianos de Oriente tienen marcado que deben dar testimonio de su fe siempre, «como un joven cristiano que tiene que ir a una escuela donde todos sus compañeros son musulmanes y le insisten a diario en convertirse al islam».
El sacerdote afirma que «lo que está pasando en Oriente Medio está sosteniendo de alguna forma la situación de sinsentido que se vive en Occidente. El sacrificio de una víctima florece en gracia en otra parte del mundo. Estoy seguro de que yo puedo ser fiel en mi vocación porque otros se están muriendo allá y así me conceden la gracia de la perseverancia. Debemos vivir la comunión de los santos, cada uno en su trabajo, en su vocación. Hacer el bien, hacerlo bien y hacer mucho bien, porque eso hace bien en otra parte del mundo».
«No se cansen»
El padre Rodrigo, junto a otra religiosa de la misión, la argentina Hna. Guadalupe, viajó hasta Roma para saludar al papa Francisco meses después de la jornada por la paz en Siria convocada por el Santo Padre a principios de septiembre de 2013. «Fuimos para darle las gracias, era una audiencia general. Cuando le saludamos, él casi no podía hablar. Es lo que más me impresionó porque un argentino siempre habla (entre risas)». «Nos dijo: “No se cansen. Sigan allí, sigan misionando allí”».
«La ayuda de AIN»
Entre las instituciones de la Iglesia que están ayudando en Alepo, se encuentra Ayuda a la Iglesia Necesitada. El padre Rodrigo es testigo directo de ello, «hace una labor muy justa, porque va a la causa. No es una ayuda más, sino que va a la raíz porque la gente no se quiere ir». La catedral latina del Niño Jesús de Alepo se encuentra en el barrio de la universidad, una zona de la ciudad que está bloqueada. «Nuestros obispos y los sacerdotes hemos recibido ayuda de AIN para que nosotros podamos llevarla al interior del país. Hemos comido gracias a ustedes, literalmente.»
AIN ha enviado más de ocho millones de euros de ayuda de emergencia a Siria desde que comenzó la guerra. «Les doy enormemente las gracias» –concluye el padre Rodrigo Miranda–. «Sigan haciendo lo que hacen, sigan a pesar de la persecución, aunque queden dos aquí para apagar la luz. No se cansen y si se cansan, pidan ayuda a otro».