Me complace presentar en este artículo uno de los textos más entrañables del venerable don Luis de Trelles. Digo entrañables porque, aunque nos va a sorprender en algunas expresiones de su contenido con aciertos tan vigorosos como el de afirmar que el cielo no es otra cosa que una comunión continuada, claro que con un Dios no escondido: o que hemos nacido para Dios y la comunión eucarística es el medio mejor de llegar, encuentro tras encuentro,