
¿Quién no ha oído decir alguna vez esta afirmación? «La religión ha sido la mayor causante de guerras a lo largo de la historia de la humanidad». Para analizar la veracidad o falsedad de dicha afirmación en el año 2004…
«No me asuste mi gran debilidad, pues todos los tesoros de la madre son también de la hija y yo soy hija tuya, Madre mía querida… ¿Acaso no son mías tus virtudes y tu amor también mío? Así, cuando la pura y blanca Hostia baja a mi corazón, tu Cordero Jesús sueña estar reposando en ti misma, María». Teresita, que bien pequeña perdió a su madre, encontró en la Santísima Virgen la Madre que, haciéndola toda suya, le daría todos los «tesoros» de su Corazón; entre ellos el más valioso: a su Hijo Jesús. Tal era la filiación con María de esta santa carmelita, que llegaría a decir: «La Santísima Virgen es la Reina del Cielo y la Tierra, pero es más Madre que Reina». Poesía «Porqué te amo, María», estrf. 4-7
El objeto del presente artículo es profundizar en el centenario de la fundación de la Milicia de la Inmaculada. En 1917, a los 400 años de la reforma protestante y los 200 años del nacimiento de la masonería, en una Europa que se desangraba cruelmente en una contienda de proporciones y consecuencias inauditas hasta aquella fecha, las apariciones de Nuestra Señora en Fátima no parecían sobrepasar su ámbito local, mientras que en el otro extremo de Europa se alzaba con el poder la revolución bolchevique.
El padre Kolbe no llegó a conocer el mensaje de Fátima, a pesar de aparecerse la Virgen durante la vida del santo. Sin embargo, aquello que Dios inspiró a san Maximiliano María Kolbe a ser propagador de la devoción a la Inmaculada y a su consagración como remedio a los males del mundo es también el contenido nuclear del mensaje de Fátima.
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