
Eran las 16.20 h portuguesas cuando el portón del avión en el que viajaba el papa Francisco venido desde Roma se abrió ante la mirada de la multitud expectante que clavaba sus ojos en las pantallas colocadas en la plaza del Santuario de Fátima.
«Aquí en Fátima, donde se anunciaron estos tiempos de tribulación, y Nuestra Señora pidió oración y penitencia para abreviarlos, quiero hoy expresar mi gratitud…a la beata Jacinta por los sacrificios y oraciones que ofreció por el Santo Padre, a quien había visto en gran sufrimiento». (san Juan Pablo II)