Seguimos instalados en una profunda crisis educativa y, no sólo no vamos camino de corregirla, sino que va tornándose endémica. Más allá de los desvaríos políticos y legales a que se ve sometida la escuela, hay otro orden de causas: la generación que educa, que orienta, que enseña, ha sido ya, en buena parte, educada y (des)orientada por todas las erróneas teorías antropológicas, epistemológicas, psicológicas y educativas.