
Íñigo de Loyola fue herido en la rodilla en el otoño de 1521. Sus adversarios franceses, en reconocimiento de su coraje, lo condujeron a la casa solariega que su familia tenía en Loyola, entre las villas guipuzcoanas de Azpeitia y Azcoitia. En su ánimo pesaba el dolor de la derrota y la incertidumbre por su futuro. El Señor había estado esperándole durante años