Categoría: Artículos

San José, nuestro padre y Señor

Dice santa Teresa de Jesús que «es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo». Por lo cual, escribe la santa, «tomé por abogado y señor al glorioso san José. Vi claro que así de esta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma este Padre y Señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir».

«¿Por qué modernamente se ha extendido tanto la devoción a san José?»

Si bien es verdad que la devoción a san José es antigua, es asimismo indu­dable que ha crecido de una manera maravillosa en nuestros tiempos. ¿De dónde proviene esto? De Dios; pues todos los movimientos espirituales de la Santa Iglesia, de los cuales participan su cabeza y sus miembros y que se efec­túan con la aprobación de la autoridad apostólica, provienen del Espíritu Santo, que es el principio sobrenatural que asiste a la Iglesia cristiana y mantiene en ella la vida de que goza

En el cincuentenario del patrocinio de san José sobre la Iglesia

Al cumplirse, en 1920, el cincuentenario de la proclamación por el beato Pío IX de san José como patrono de la Iglesia universal, los obispos de todas las diócesis catalanas se dirigieron a los fieles en un documento colectivo, y algunos días después el obispo de Barcelona publicaba la carta pastoral aquí reproducida. El documento tiene, además de un gran valor doctrinal, el carácter de un testimonio de la ferviente tradición josefina de Cataluña y en especial de Barcelona, y un gran interés histórico, por aludir al origen josefino del templo de la Sagrada Familia, y referirse al movimiento espiritual suscitado por la madre Petra de San José, fundadora del santuario de San José de la Montaña.

Benedicto XV en el cincuentenario del patrocinio de san José

Con motivo del cincuentenario de la proclamación por el beato Pío IX de san José como patrono de la Iglesia universal, el papa Benedicto en su breve «Bonum sane» (25-VII-1920) proponía a san José como modelo para los trabajadores, los padres de familia y los moribundos.

El celibato, don y gracia para nuestro tiempo

«Estoy convencido de que el celibato es un don, una gracia y, caminando en el surco de Pablo VI y luego de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, siento con fuerza el deber de pensar en el celibato como una gracia decisiva que caracteriza la Iglesia católica latina. Lo repito: es una gracia, no un límite». (Francisco)

Eutanasia. Consecuencias para el enfermo, la familia y la sociedad

En 25 años de profesión a mis espaldas he tenido la oportunidad de constatar la confusión y el desconocimiento que existe en lo que respecta a la bioética del final de la vida. Lamentablemente, en estos últimos meses hemos asistido a la publicación en prensa de mucha (des)información sobre el tema, en la mayoría de los casos claramente sesgada y escrita desde una perspectiva pro-eutanasia.

Ocultamiento de la muerte en el mundo occidental

La muerte es una realidad inherente a la vida humana que ha marcado a todos los pueblos a lo largo de la historia. Sin embargo, cada cultura ha tratado este fenómeno de una manera distinta de acuerdo a su concepción del hombre y del cosmos en un periodo determinado. En lo que respecta al Occidente contemporáneo, se caracteriza por un extraño deseo de ocultar algo tan natural como la muerte.

«Yo doy la muerte y la vida» (Dt 32, 39)

Fragmento de la carta encíclica «Evangelium vitae» de Juan Pablo II

De acuerdo con el magisterio de mis predecesores y en comunión con los obispos de la Iglesia católica, confirmo que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana

La eutanasia: estado de la cuestión

Esta es una frase que dicen, no pocas veces, las Servidoras de Jesús del Cottolengo a los médicos que ejercen en su casa, cuando algún paciente ingresado está grave. Es una frase cargada con el dolor de muchas experiencias en nuestros hospitales. Me acuerdo especialmente de Ágatha. Era una chica de 20 años, muy feliz a pesar de ser huérfana, tener parálisis cerebral y retraso mental.