La falsificación de la historia

LA adulteración de la historia de España al servicio de ideologías políticas antitradicionales, ya tiene desgraciadamente un largo recorrido, recayendo especialmente en algunas épocas y acontecimientos.
Justamente en aquellos acontecimientos que podrían servir para propios y extraños de ejemplo de un quehacer colectivo impulsado por la defensa o extensión de la fe cristiana. El primer hecho o mejor ,periodo, de la historia de España que se pone entredicho es la Reconquista, esta lucha épica de larga
duración frente al poder del islam que había ocupado y dominado total o parcialmente los territorios hispánicos durante más de ocho siglos. Hoy se pone en cuestión incluso el mismo nombre de aquella lucha secular, sin embargo, no solo singulariza nuestra historia de un modo determinante, sino que constituye una referencia inexcusable para entender todo lo que ha sido su posterior desarrollo hasta nuestros días. La pluralidad de reinos y la unidad de fe son fruto de la bien llamada Reconquista. Como ha subrayado el gran historiador inglés A.Toynbee, el mismo descubrimiento y evangelización de
América no se explican debidamente si no la consideramos como una continuación de aquella lucha secular contra el islam.
La reiterada Leyenda Negra, es un intento de negar lo que constituye una de las mayores glorias de España, tantos pueblos que a través de España fueron evangelizados, participando de un modo único de la cultura de los «conquistadores», un conjunto de pueblos que nunca fueron colonias sino que formaron parte de las Españas. En su momento, intereses políticos y económicos de aquellos que
querían participar de esta expansión marítima por motivos realmente coloniales, como lo hechos fueron demostrando, están en este gran fraude histórico denominado Leyenda Negra. Desgraciadamente en nuestros días un falso indigenismo, de carácter anticatólico, continúa alimentando esta falsificación de la historia. Otro tanto podríamos decir del siglo XIX. Se ha explicado el triunfo del liberalismo como resultado de una lucha por la libertad cuando fue todo lo contrario, un intento de cambiar, como decían los mismo liberales «la naturaleza de los españoles», califi cando de «serviles» a aquellos que quisieron mantenerse fi eles a su religión y su rey y por eso fueron opuestos al constitucionalismo del periodo fernandino y al liberalismo posterior.
Toda esta falsificación de la historia culmina en nuestros días con la reciente ley de memoria democrática, una ley que quiere borrar de nuestra memoria las atrocidades de aquella República perseguidora de la Iglesia, que fue providencialmente, sin embargo, la que dio ocasión, con sus
numerosos mártires, al mayor testimonio de fe del siglo x