¿A dónde nos llevan? ¿Qué nos pasa?

Qué está pasando en España que parece que se ha vuelto en contra de la vida y ha perdido la razón? Hago y me hago esta pregunta porque no se entiende que se hayan producido en estos últimos años tantas disposiciones legales en contra de la vida como son la ley de eutanasia, o en favor del aborto,
hasta el esperpento de esta última semana emanada del Consejo de Gobierno de nuestra España, que es una vuelta de tuerca más en favor del aborto, con disposiciones aún más graves que en leyes anteriores, reconociéndolo como un derecho de la mujer y permitiendo abortar a niñas adolescentes sin que lo sepan o autoricen sus padres
»Al mismo tiempo aquellas otras disposiciones legales inicuas e injustas que sancionan o castigan a quienes rezan en las calles al paso de madres gestantes que se dirigen a clínicas abortistas dispuestas a abortar y con esas madres tratan de dialogar e informarles de lo que no las ha informado nadie hasta ahora sobre el aborto para que no lo hagan, libremente y respetando la libertad, sin coacciones de ningún tipo, o las disposiciones legales que cercenan la objeción de conciencia tanto ante la eutanasia como ante el aborto, y las disposiciones legales en enseñanza de niños y adolescentes que inducen ideológicamente en contra de la  vida no nacida o terminal. Todo son disposiciones antivida y difusión e inoculación de una cultura de muerte
Esto es lo que viene haciendo el actual gobierno y el Parlamento al refrendar, en su caso, disposiciones
tan inicuas e injustas en contra de la vida, en contra del hombre.
»Desde la recta razón, ciertamente no se puede aprobar esta actitud reiterada y pertinaz de nuestro gobierno y de nuestro actual Parlamento. Preocupa sobremanera que España esté en tales manos, provocadoras de una cultura de muerte, por ejemplo: que se considere el aborto como un derecho. ¿Derecho a qué, a disponer, eliminándola, de la vida de otro ser humano indefenso y débil que no ataca a nadie? Preocupa que se legitime la destrucción de vidas de seres humanos no nacidos con presuntas defi ciencias o malformaciones, como si no se tratase de verdaderos seres humanos. Preocupa la frivolidad y superfi cialidad con la que se habla, sin base científi ca alguna, sobre cuándo estamos objetiva y realmente ante un ser humano. Preocupa el que con tanta facilidad se olvide y no se tenga en cuenta que ese ser en gestación, el nasciturus, es un bien jurídico a proteger.
Llamo la atención sobre un hecho curioso al menos: en junio de 2021, el mismo día que en España se aprobaba la ley de eutanasia, se aprobó en el Parlamento Europeo el informe Matic, que reclamaba que el aborto fuera reconocido como un derecho de la mujer, con lo que ello implica: debe procurársele siempre que lo pida y no debe, en ningún caso, obstruirse el proceso abortivo incluyendo la objeción de conciencia como un obstáculo más. Posteriormente, poco después, se pronunciaba el presidente
Macron con una barbaridad que intentaba incluir la defensa del aborto como un derecho fundamental en la Carta de derechos fundamentales de Europa. Y no olvidemos declaraciones en el mismo sentido de la ONU, del Nuevo Orden Mundial que la rige. »Nos están llevando a la ruina, al abismo, ¿y no se reacciona? Una culturamantivida o de muerte y una educaciónnque no piensa en los fi nes de la educación, en el hombre: ¿a dónde nos conduce? Al abismo de la nada, a la destrucción, ¿y nos quedamos parados?».

(Extracto de la carta semanal de monseñor Antonio Cañizares,
arzobispo de Valencia, de 18 de mayo).