Fragmentos de cartas y poesias de santa Teresita de Lisieux

Oh! ¡Qué dulce es pensar que
bogamos hacía la ribera eterna!
Querida hermanita, ¿no te parece,
como a mi, que la partida de nuestro
padre querido nos ha acercado al Cielo?
Más de la mitad de la familia goza
de la visión de Dios, y las cinco desterradas
de la tierra no tardarán en
volar hacia la Patria».

«Celina querida, un día iremos al
Cielo para siempre. Allí no habrá ya
ni día ni noche como en la Tierra…
¡Oh, que alegría! ¡Caminemos en paz
mirando al Cielo, único término de
nuestros trabajos!»

* * *
«Las grandes verdades de la religión,
los misterios de la eternidad,
abismaban mi alma en una dicha que
no era de esta tierra…»
«Presentía ya lo que Dios tiene reservado
a los que ama. Y, viendo que
las recompensas eternas no guardaban
proporción alguna con los ligeros
sacrificios de la vida, deseaba amar a
Jesús, amarle con pasión, darle mil
muestras de amor mientras tuviese
aún tiempo de hacerlo».

* * *
«Espero ir muy pronto allá arriba.
Allí seré rica, tendré todos los tesoros
de Dios y Él mismo será mi bien. Allí
podré devolveros centuplicado todo
lo que os debo.
¡Oh, cuánto me alegro! ¡Me da tanta
pena el recibir siempre sin nunca
dar!»

* * *

«Tu esposa, oh, Señor mío, en la
tierra extranjera puede cantar el cántico
eterno del amor, porque en el
seno mismo de su oscuro destierro
la abrasas con el fuego de tu amor,
como un día lo harás allá en el Cielo…

¡Oh, celeste Patria, dulzura infinita,
tus encantos me encantan, día tras
día! ¡Oh, celeste patria, oh, gozo infinito!…¡
Tú eres el Amor!
* * *
«Cuando la tempestad nace en mi
alma, levanto a ti mis ojos, y en tu
mirada misericordiosa yo leo estas
palabras “Niña mía, para ti creé el
Cielo”».

Estar con vos, estar con vos: he
aquí mi único deseo. La seguridad
que me dais de que esto se cumplirá
me ayuda a soportar el destierro,
mientras espero el día radiante del
cara a cara eterno.

* * *
¡Qué dicha, mi querida tía, si toda
nuestra familia fuese al Cielo el mismo
día!…

Lo que hay de cierto es que, todos
juntos, o bien uno después de otro,
cambiaremos un día el destierro por
la Patria, y que entonces nos alegraremos
de todas estas cosas, cuyo precio
será el Cielo.