Feminismo, secularización y apertura al mundo en palabras de Natalia Sanmartín

Vidal Arranz entrevista a la escritora Natalia Sanmartín en Aleteia a propósito de la reedición de su libro Un cuento de Navidad para Le Barroux. A lo largo de la entrevista, se abordan temas de enorme calado. Nos fi jaremos en tres.
En primer lugar la cuestión del feminismo.  Arranz pregunta: ¿existe la posibilidad de un feminismo bueno?, lo que provoca este fragmento de conversación: «Creo sinceramente que no existe ningún feminismo bueno. Es una ideología y tiene el problema básico de todas las ideologías, que tratan de transformar la realidad y hacerla a su medida: son experimentos de laboratorio que no encajan con la naturaleza humana, que no funcionan sobre el terreno, que enfrentan, dividen, confunden y provocan un enorme sufrimiento».
– Dentro de la Iglesia no faltan quienes intentan el encaje. «Sé que hay intentos de buscar un feminismo católico, o un feminismo conservador, pero el problema del feminismo está en sus raíces, porque parte de una concepción errónea de la naturaleza humana, del hombre y de la mujer y de la relación entre ambos sexos, que no es de oposición, sino de complementariedad. Sólo lo diferente puede complementarse, las cosas iguales no se complementan».
Más adelante se aborda el proceso de secularización que vive Occidente. El entrevistador plantea dos
alternativas: Las dos opciones que aparecen a la vista son: alejarse del mundo («La opción benedictina»), que es la opción que refl ejaba en su novela, o enfrentarse al mundo (la guerra cultural),
a lo que Sanmartín responde:
«Esta es una cuestión prudencial, es una decisión que cada uno debe tomar en función de su estado
de vida y de sus circunstancias. Pero sea lejos del mundo o en el medio de él, la Iglesia ha enseñado
siempre que los cristianos no pertenecen al mundo, viven en él, pero no pertenecen a él, y por eso deben tratar de mantener una sana distancia con ese mundo, entendido como todo aquello que nos separa de Dios, que puede hacernos olvidar por qué y para qué hemos sido creados. Kierkegaard lo dice de un modo muy breve y muy sencillo en una parte de sus diarios: necesitamos “un poco de gravedad” en medio del mundo, de recogimiento, para recordar hacia dónde nos dirigimos, dónde está nuestro hogar y cuál es el camino que lleva hasta allí».
Por último, sobre la famosa «apertura al mundo», la escritora señala que: «Hemos abierto la puerta,
pero lo hemos hecho a la secularización, a la idea absolutamente ajena a la Escritura y a la tradición
de la Iglesia de que la fe es algo que cambia con el tiempo y que debe adaptarse al paso del tiempo.
Se ha desacralizado la liturgia, se ha banalizado el lenguaje en el culto, se han abandonado las formas
de piedad clásica cristiana, se ha despojado la administración de los sacramentos de la reverencia
que la Iglesia siempre les otorgó, y se transmitido una doctrina en muchos casos diluida. Todo esto ha
destruido el misterio, ha oscurecido la sacralidad en el culto y ha disuelto la fe de muchas personas».