Descubrir el centro del universo

Escribía Jaume Vives estas pasadas Navidades en El debate de hoy a propósito de cuál es el centro del
universo una reflexión que vale para todo el año (como todo lo que se dice a propósito de Navidad):
«Ésa es la gran tentación del hombre moderno que ha eliminado lo invisible y absolutizado lo que cree ver con claridad. Piensa que la salvación del mundo depende de que limpie los mares de plástico, construya escuelas en África y salve a los refugiados del mar. Piensa que la salvación del mundo depende de él.
Por eso es tan importante la Navidad, porque cuando uno contempla el belén y ve al Hijo de Dios tan
pobre y humilde siendo tan grande y majestuoso, uno no puede más que escuchar cómo la realidad le
sonríe y le dice: no eres el centro del universo, atontado.
El Centro es sufrido, es benigno; el Centro no tiene envidia, el Centro no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Nosotros somos puntos imperfectos de la periferia, llamados continuamente por el Centro para que
nos acerquemos a Él. La mayoría de las veces no hacemos ni caso, pero no por eso deja de llamarnos. Nunca es tarde para comenzar de nuevo.
Hasta en el lecho de muerte seguirá reclamando nuestro amor. […] Nos tiene que quedar grabado
a fuego que no somos el centro del universo. Por muchas cosas que hagamos y por muy buenas que
sean, caen todas en la mayor de las irrelevancias cuando contemplamos a Dios hecho Hombre en el
portal de Belén».