Prusia (IV): la gran Prusia y el fin del Sacro Romano Imperio

Después de la Guerra de los Treinta Años, el llamado Gran Elector de Brandeburgo, Federico-Guillermo, que se convirtió al calvinismo durante su educación en Holanda, consiguió llevar al estado de Brandeburgo a un elevado nivel con un ejército fuerte que le impidió ser avasallado por los países que le rodeaban.
A finales del siglo xvii, Brandeburgo-Prusia, ya llamado así, era el principado alemán con mayor extensión después de Austria. Sus territorios llegaban desde la cuenca del Rin hasta el mar Báltico (Königsberg). Este fortalecimiento dio lugar a colmar las ansias de la familia Hohenzollern y quiso elevar, por su unión con Prusia, por herencia de la Prusia ducal, a Brandeburgo a ser un reino.
El Gran Elector no lo consiguió, pero su hijo, Federico III, Margrave elector de Brandeburgo, fue coronado en 1701 con el nombre de Federico I, como Rey de Prusia, además de príncipe elector de Brandeburgo. El nombre de rey de Prusia fue adoptado por varias razones, la más importante para evitar la oposición del emperador del Sacro Imperio Romano, pues Prusia quedaba fuera de sus fronteras. En segundo lugar, por mantener este territorio fuera de las ansias expansionistas de Polonia, ya que desde siempre Polonia había pretendido la llamada Prusia Ducal (había una Prusia Real, perteneciente desde bastantes años atrás a Polonia). Debe tenerse en cuenta que el reino de Prusia se establece, no con el agrado del emperador católico, sino por las presiones que establece el poderío y extensión que está teniendo Prusia y por el fuerte apoyo de la Francia de Luis XIV, enemiga perenne de los Habsburgo. La postura de Prusia para su reconocimiento de reino por parte del emperador fue momentáneamente de sumisión y reconocimiento de su primacía y ello quedó reflejado en la Guerra de Sucesión española donde Prusia apoyó a los Habsburgo frente al sobrino de Luis XIV. Ello hizo que fuera reconocido el reino de Prusia dentro del Sacro Imperio. Este primer reino dentro del Imperio fue seguido por varios príncipes electores que fueron elegidos reyes o pretendían serlo, por ejemplo, el Elector de Sajonia en 1697 fue elegido rey de Polonia, la casa electoral de Hannover accedió al trono del Reino Unido.
A Federico I le sucedió Federico-Guillermo, llamado el Rey Sargento, pues el trato con todos fue muy violento, incluso con su hijo, príncipe heredero, el cual intentó huir de su padre a Inglaterra. Federico-Guillermo consiguió reorganizar un fuerte ejército y una administración muy centralizada, de forma que puede decirse que se recuperó el espíritu prusiano que el Gran Elector, su abuelo, había iniciado en el principado de Brandeburgo.
Tras unos años de paréntesis, Prusia inició con Federico II (1740-1786), llamado el Grande, su lucha contra el Sacro Romano Imperio. Esta fue la principal misión del Reino de Prusia calvinista. Recién llegado al trono ataca y conquista Silesia, la región alemana más rica y próspera del Imperio, en tres conflictos militares que duraron desde 1740 hasta 1763. El tercero de los cuales está enmarcado en la Guerra de los Siete Años (1756-1763). Con estas guerras se inició lo que se conoció como Blitzkrieg (Guerra relámpago)
Federico II invadió Sajonia, sin declaración de Guerra, intentó invadir Bohemia, sin conseguirlo. Tras la Guerra de los Siete años Prusia había conseguido, dentro de las naciones europeas, un rango nunca alcanzado. Necesitaba construir un Estado calvinista poderoso en el centro de Europa e ir humillando a una Austria católica, gobernada por la emperatriz María Teresa.
Federico II tuvo como principal objetivo el engrandecimiento de Prusia y de su propio poder y puede ser considerado un modelo de déspota ilustrado. Debemos tener en cuenta que el despotismo ilustrado supone el culmen del absolutismo. Federico el Grande fomentó el enriquecimiento de la burguesía, pero siempre impidió que tuvieran derechos políticos. Era algo propio del despotismo ilustrado.
El reinado de Federico II fue el preludio del final del Sacro Imperio Romano Germánico. Aunque los años del reinado de su sucesor, Federico Guillermo II, no fueron muy exitosos para el Reino de Prusia, el renombre y la importancia de su posición en Europa se mantuvo hasta la llegada de la Revolución francesa. La proclamación de Napoleón como emperador, impuesta obligatoriamente al papa Pío VI, fue la causa que obligó a Francisco I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, a renunciar a dicho imperio y cambiar el título por emperador de Austria. El título de príncipe elector de Brandeburgo ya no tenía sentido y se suprimió: desde entonces fue únicamente rey de Prusia. Ésta también padeció mucho en sus tierras y en su poderío la tiranía que Napoleón impuso a casi toda Europa, pero la importante misión de acabar con el Imperio católico se había conseguido.