Los 100 primeros días de Biden en la Casa Blanca

Han pasado cien días desde que el presidente de los Estados Unidos tomó posesión de su cargo, momento en el que típicamente se hace balance de sus primeros pasos. ¿Qué podemos decir de estos primeros 100 días?
La Vanguardia titulaba:«Biden supera las expectativas en sus primeros cien días», que no se sabe exactamente si tiene mucho mérito o no: dependerá de cuáles eran esas expectativas. El País, por su parte, escribía que «apenas cien días de Joe Biden en la Casa Blanca han bastado para cerciorarse del giro profundo que ha dado Estados Unidos» y señalaba que «El presidente norteamericano ha pisado el acelerador en temas de calado como la vacunación masiva, la vuelta al multilateralismo, la modernización del país y el giro dado en políticas sociales. Su gran reto sigue siendo la inmigración».
Empezando por la política internacional, prerrogativa propia de la presidencia, el nuevo presidente ha afirmado que el líder chino Xi Jinping es un bestia y que Vladimir Putin es un asesino. Pero tranquilos, el nuevo presidente se llama Joe Biden y no Donald Trump, así que podemos anunciar a los cuatro vientos que el presidente ha vuelto a la senda del civismo y la moderación en los asuntos internacionales.
Otro de los momentos álgidos de estos cien días fueron las palabras del Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, sobre el oleoducto Nord Stream 2, casi terminado, que unirá Rusia y Alemania a través del Báltico: «una mala idea, mala para Europa, mala para los Estados Unidos, en contradicción con los propósitos de seguridad de la UE y que puede socavar los intereses de Ucrania, Polonia y de muchos socios y aliados cercanos». Además recordó que todas las empresas que participen en la obra pueden ser sancionadas. ¿Está Blinken amenazando a Alemania? No, nos explica la prensa, eso de las amenazas era en tiempos de Trump. Ahora se lleva el multilateralismo y esas palabras son solo una sugerencia, un comentario, un recordatorio, que harán bien en tomar en cuenta.
En el tema de la vacunación, Biden hizo promesas muy ambiciosas, prometiendo que «vamos a vacunar a 200 millones en mis primeros cien días». La realidad es que al cumplirse ese plazo hay 95 millones de personas con las dos dosis (y 140 millones con una dosis), una buena cifra aunque lejos de lo prometido.
Otra novedad de estos primeros cien días: hemos podido ver al presidente de los Estados Unidos interfiriendo en un juicio, afirmando que la sentencia debería ser en un sentido («Creo que las evidencias son abrumadoras») y presionando al jurado. Una práctica inédita que contradice el respeto debido hacia los tribunales y revelan sobre el deterioro de las instituciones americanas mucho más que las bravatas de Trump.
Reconoce El País que «su gran reto sigue siendo la inmigración», y es que hemos asistido a un fenómeno de libro: el efecto llamada en la frontera entre Estados Unidos y México, creando una crisis migratoria que ha llevado al nuevo presidente a reabrir las «jaulas» para detener a menores en la frontera. Además, mientras que en tiempos de Donald Trump se podía acceder a las mismas para asegurarse de las condiciones en que estaban los detenidos, la administración Biden prohibió el acceso a los periodistas a las instalaciones donde estaban recluidos 10.500 inmigrantes. Pero como se trata de Biden, alguien etiquetado como respetuoso con los inmigrantes, casi nadie ha dicho nada.
Por último, entre las pocas cosas concretas que ha hecho Joe Biden en estos cien días encontramos lo que El País considera «la modernización» de Estados Unidos. Nos referimos a la autorización para que las píldoras abortivas se envíen por correo con la excusa de la pandemia. Llevar el aborto a los cuartos de baño de cada casa estadounidense, un gran avance sin duda. Aunque esto no será nada con los planes de Biden para castigar a médicos y hospitales por «discriminación sexual» si no aceptan hacer «transición de género» a base de hormonas y cirugía. Y por supuesto, Biden ha restablecido la financiación con fondos públicos estadounidenses a los grupos abortistas internacionales y a los organismos multilaterales que promueven el aborto.
Que cada cual juzgue sobre el balance de estos primeros cien días, pero uno no puede evitar la impresión de que, igual que a Obama le dieron el Nobel de la Paz por el mero hecho de no ser George W. Bush, a Biden le aplauden por el mero hecho de no ser Trump.