Elecciones en Israel: un país aún más fragmentado

Las elecciones del pasado mes de marzo en Israel no han clarificado el escenario de un país
fragmentado por identidades étnicas y religiosas; al contrario, la composición del parlamento es aún
más diversa y cuando escribimos estas líneas, varias semanas después de las elecciones, aún no se ha podido llegar a ningún acuerdo para formar una coalición de gobierno.
No obstante, sí se pueden extraer algunas conclusiones de estos comicios. En primer lugar: el coronavirus ha tenido un impacto marginal en los votantes. La brillante gestión del gobierno de Netanyahu, especialmente en lo que a vacunación se refiere, no ha cambiado las lealtades que determinan el voto. El Likud del primer ministro Netanyahu es, de mucho, el partido más votado, pero no lo suficiente para formar gobierno con quienes han sido sus aliados hasta ahora.
Donde sí que parece que se ha roto el voto cautivo es entre los votantes jóvenes ultraortodoxos, cuyos
votos iban tradicionalmente a parar en su totalidad a alguno de los partidos ultraortodoxos, según su origen askenazi o sefardita. En esta ocasión, una parte no desdeñable de los votantes haredim más jóvenes han dado su apoyo a Bezalel Smotrich, el líder del partido religioso sionista. Smotrich, que no es ultraortodoxo y reside en una casa construida ilegalmente en un asentamiento, ataca al judaísmo reformado, propone restaurar el sistema halájico inspirado por la Torá y ha declarado que aspira a que Israel sea lo más parecido al Israel de los tiempos del rey David. Los ultraortodoxos no son sionistas, pero los más jóvenes de entre ellos se han sentido atraídos por este sionismo religioso con el que comparten algunos aspectos de lo que aspiran que sea el futuro Israel.
En el espectro contrario, el rabino reformista Gilad Kariv también ha hecho historia, al ser el primer rabino no ortodoxo en entrar en el Parlamento, a pesar de una intensa campaña en su contra.
En cuanto a los partidos árabes, que hasta ahora se habían presentado en una lista única, la existencia
en esta ocasión de dos candidaturas, la de la Lista Unificada y la de la Lista Árabe Unida Islamista, ha
sido perjudicial para sus resultados en términos de escaños… pero la fragmentación del Parlamento ha
creado una nueva situación inédita hasta ahora: cualquier coalición de gobierno necesitará el apoyo de los diputados árabes. Unos árabes que, en su mayoría, tienen prioridades diferentes de las de los árabes que no tienen nacionalidad israelí y viven bajo la Autoridad Palestina, pero cuyo impacto en el modo de gobernar el país es, por el momento, una incógnita.