Aumenta la persecución religiosa

Según la fundación evangélica Puertas Abiertas-Open Doors, más de 340 millones de cristianos sufren actualmente persecución religiosa, cifra que supone aproximadamente uno de cada siete cristianos en todo el mundo, y que ha ido en constante aumento en los últimos años. Y si bien el porcentaje de
cristianos en el mundo no ha cambiado mucho en los últimos 120 años –en 1900 el 34,5% de los ciudadanos del mundo se declaraban cristianos mientras que en 2020 la cifra se sitúa en el 32,3% (de los que un 17,5% son católicos), cifras, no obstante, que suponen un aumento considerable en términos absolutos ya que la población mundial se ha más que cuadruplicado en estos años–, la demografía sí lo ha hecho.
La mayoría de los cristianos, como constata la Enciclopedia Cristiana Mundial, ya no viven en el
hemisferio norte sino en el sur, siendo la región de África del Norte y Asia occidental, que incluye Irak,
Siria, Israel, Palestina y Turquía, los lugares donde el cristianismo ha disminuido más. No es una coincidencia, por tanto, que muchos de los países de la región de África del norte y Asia occidental figuren también entre los que más persiguen a las personas por sus creencias religiosas.
De hecho, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) tiene previsto atender especialmente en este 2021 a los países del Sahel africano y Mozambique, donde el extremismo religioso y la presencia de violentos islamistas radicales van en aumento, sin olvidar a los cristianos en Oriente Medio, a los que la fundación ha venido apoyando desde el inicio de la guerra en Siria y las conquistas del Estado Islámico. Por otro lado, y como ha constatado Thomas Heine-Geldern, presidente ejecutivo de ACN, durante el año 2020 la pandemia del Covid-19 ha «debilitado aún más el derecho a la libertad religiosa» y muchos cristianos vivieron un «auténtico vía crucis de pobreza,
exclusión y discriminación» a causa de su fe, muy especialmente en Pakistán y la India. Además, en numerosas regiones donde «los cristianos pertenecen a los estratos más bajos», como Ucrania, la República Democrática del Congo o Brasil, ACN recibió «muchas llamadas de auxilio de numerosas iglesias locales », así como solicitudes de ayuda para la pastoral y labor caritativa. Sin olvidar tampoco el caso de China, que a pesar de los acuerdos con la Santa Sede, aumenta de año en año la persecución a los cristianos.
En definitiva, según señaló Heine-Geldern comparando los informes sobre persecución religiosa de
cristianos de los últimos años, «la situación de la libertad religiosa no ha mejorado, sino que ha empeorado en todo el mundo» y «en muchos países, donde no hay una persecución oficial, está surgiendo un resentimiento cada vez mayor hacia las personas religiosas, algo que también está ocurriendo en Europa», donde se quiere destruir sus raíces cristianas y crear una sociedad puramente individualista sin Dios.
En España mismo, las distintas normas sanitarias que se han ido aplicando a lo largo del último año
dejan entrever un velado interés por impedir que la Iglesia ejerza su labor espiritual. El 27 de enero el
obispo de Santander denunciaba la limitación de aforo en las iglesias cántabras a numerus clausus como desproporcionado, improcedente e incluso injusto. Días después la Vicaría Episcopal de Melilla escribía al presidente de la Ciudad Autónoma expresando su malestar con los cierres de iglesias en domingo al considerar que dicha medida podía afectar al ejercicio del derecho a la libertad religiosa.
También el Arzobispado de Valladolid volvió a reiterar al Gobierno de Castilla y León el pasado 6
de febrero la necesidad de modificar el límite máximo de 25 personas en templos (los obispos de las
diócesis castellanoleonesas llevan reclamando un cambio en la manera de regular las restricciones de
aforo desde septiembre pasado, sin haber recibido ninguna respuesta razonada de la decisión adoptada) a raíz del expediente sancionador abierto a la Archidiócesis por la celebración de una eucaristía en la iglesia conventual de San Benito en la que participaron 50 personas pero en la que no se superaba el 10% del aforo del templo.
En este sentido el cardenal arzobispo de Valencia se lamentaba hace poco del notable descenso de presencia de fi eles en la santa Misa. «Todo esto tiene que ver –afirmaba don Antonio Cañizares–, y mucho, con la libertad religiosa y de conciencia (…). Creo, sinceramente, que en las actuales circunstancias, al menos algunos gobiernos autonómicos se están pasando, y mucho, en cuanto a libertad religiosa se refiere, al rebajar de manera humillante los números permitidos para participar en los templos, en las celebraciones de la santa Misa. Aunque no sea políticamente correcto el
denunciarlo, creo que ha llegado la hora en que no se puede callar por más tiempo: ¿Se puede, acaso, callar ante las limitaciones de aforos, con números incluso ridículos, a todas luces arbitrarios, injustos, irrisorios e irrazonables en algunas comunidades autónomas sin contar con la Iglesia? ¿No se estarán poniendo trabas a un derecho fundamental e inalienable?».