«San José, protector y guía de la Familia de Nazaret»

Mi deseo, por tanto, no es tanto ofrecer más actividades sino el de animar a que el modelo y la intercesión de san José en este año de san José en nuestra diócesis acompañe espiritualmente
toda la pastoral de nuestra archidiócesis, en las parroquias, movimientos apostólicos, delegaciones
diocesanas…
Para ello os invito especialmente a leer y reflexionar en vuestras comunidades religiosas, parroquias,
familias y movimientos y asociaciones con la carta apostólica del Papa «Patris Corde».
En esta carta encontramos todo un programa de vida, siguiendo el ejemplo de san José, para nuestra
misión como cristianos en este momento de la historia que nos ha tocado vivir.
También a través de la Penitenciaria Apostólica se nos han propuestos múltiples caminos a través
de los cuales podemos beneficiarnos, tanto nosotros como las almas de purgatorio, del «canal de
gracia» que la Iglesia ofrece para este Año de san José. Para comprender el significado de un año dedicado a san José os invito a poner la mirada en la imagen colosal del cuadro del Greco «San José y
el Niño» que se conserva en la capilla dedicada al Santo en nuestra ciudad. Contemplando este bellísimo cuadro se nos presentan tres aspectos sobre el Custodio del Redentor que pueden llenar de sentido espiritual las diversas propuestas que por parte del Papa se nos ofrecen para este año de gracia. Os ofrezco también, junto a esta contemplación, unos signos concretos para ayudaros a vivir este año de san José en nuestra archidiócesis:
1.- San José aparece como caminante, lleva en su mano derecha un largo bastón que, parece servir
al tiempo de bastón de caminante y de cayado o báculo pastoral. San José sabe de caminos. El camino
que recorrió en el Evangelio fue junto a María el camino de la fe. Nos dice Mateo que fue «hombre justo
». Y «justo» como dice san Pablo es «el que vive de la fe». Él «creyó contra toda esperanza» en medio
de las pruebas y dificultades que le salieron al paso, obedeciendo con docilidad y premura a la palabra
del Señor que le habló principalmente en los sueños San José camina con nosotros y como nosotros en
medio de las pruebas y dificultades de la vida. Y además sale al paso de todos aquellos que en la encrucijada de la historia se encuentran solos o afligidos; por el sufrimiento, las carencias espirituales o materiales.
San José como «maestro de la vida interior» se hace encontradizo en nuestro caminar diario. La Penitenciaria Apostólica nos invita a que caminemos con san José en nuestra vida ordinaria: ofreciendo nuestro trabajo y actividades diarias al santo Patriarca, rezando alguna oración aprobada a san José durante el día, meditando treinta minutos el padrenuestro, dedicando un día de retiro a considerar algún pasaje evangélico de la vida de san José, especialmente los 19 de cada mes.
La preocupación por los pobres y necesitados, a los que san José nos invita a acompañar, podemos expresarla realizando alguna obra de misericordia espiritual o corporal mediante la que también podremos beneficiarnos de la indulgencia «jubilar».
San José camina cerca de los que trabajan, como modelo e intercesor. Por esto la Iglesia nos invita a
pedirle al «carpintero de Nazaret» para que los desempleados encuentren un trabajo digno.
2.- San José, protector y guía. Vemos en el cuadro como el santo patriarca al encorvar su extremo
superior, nos señala la doble dirección material y espiritual que, en virtud de sus excepcionales méritos,
presta al Niño que se arrebuja en su cuerpo de padre bondadoso, buscando y reconociendo su protección. En una ocasión oí a una psicóloga decir que la figura del padre es como el faro que guía al barco en medio de la tormenta de la mar. El niño que tiene un padre que le quiere y que le alimenta, el entendimiento con los criterios y el corazón con el afecto, siempre sale adelante en la vida, a pesar de las tempestades que puedan asaltarle en el camino. San José es protector y guía de la Familia de Nazaret. Con él, Jesús y María se sienten seguros. Si hay una institución que necesita particular protección y cuidado en estos momentos de zozobra y desconcierto es la familia. Pienso especialmente en las familias y en los novios de nuestra archidiócesis, con todas vuestras inquietudes, ilusiones y necesidades y os invito a confiaros a la protección de San José.
Mediante el rezo del Rosario en familia y también por parte de los novios comprometidos. Hermosa
propuesta de la Penitenciaria Apostólica para este Año de san José.
3.- San José y nuestra ciudad y archidiócesis de Toledo. En el lienzo destaca al fondo, la torre de la catedral, corazón de nuestra vida diocesana, congregada en torno al obispo. La imagen que contemplamos en el cuadro del Greco es expresión del cariño que ya se tenía en nuestra ciudad a san José. El paso de santa Teresa por nuestras tierras dejó una huella profunda de devoción al Santo Patriarca expresada en este cuadro, que se realizaría poco tiempo después del paso de la «santa andariega» por nuestra ciudad. Con el deseo que la protección de san José siga siendo una enseña espiritual para nuestra ciudad y archidiócesis y se haga ahora más patente en el momento concreto de nuestra historia, me parece oportuno ofreceros algunas propuestas sencillas y concretas.
(…)
El momento culminante de todo este año será el día de san José, 19 de marzo, en el que realizaremos
un acto en el que yo como pastor diocesano y todos los sacerdotes desde sus parroquias y comunidades, así como los padres de familia, los superiores y superioras religiosas encomendaremos a la protección de san José a nuestra archidiócesis de Toledo. Deseo que este acto esté precedido por una preparación adecuada a lo largo de los 7 domingos precedentes a la fi esta de san José, pudiendo hacer uso del material que os ofrecemos.
El papa Francisco en su carta «Patris Corde» concluía invitándonos a pedir a san José «el mejor de los milagros, nuestra propia conversión». Así se lo pedimos con toda confianza en este año de san
José en nuestra diócesis a aquel de quien decía santa Teresa: «No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido».