Monasterio de Poblet (IX): la antigua imagen de la Virgen de Poblet y el abad Caixal

Antes de que el abad Pedro Caixal hiciera construir el bello retablo renacentista que preside actualmente el altar del monasterio de Poblet, había una imagen de la Virgen, en plata, que estaba sentada, similar a la que preside actualmente la basílica de Santa María del Mar. Dicha imagen presidió durante algunos siglos la iglesia del monasterio y era muy querida por todos los monjes.
Explica, en una declaración de puño y letra, fray Andrés Capdevila, monje de Poblet en la época de los abades Payo, Boada, Caixal y Lerín (entre 1480 y 1545), un milagro acaecido a un canónigo de Zaragoza en 1480. Estando éste muy enfermo, tuvo una aparición de la Virgen María, en la que le encargó que, si hacía tres túnicas para las imágenes del Pilar de Zaragoza, para la de Montserrat y para la de Poblet, sanaría de su enfermedad. El canónigo curó y cumplió su promesa. En Poblet vistió la túnica de la imagen de la Virgen delante de toda la comunidad. Fray Andrés presenció dicho acto y declaró que la túnica duró hasta el año 1557, dentro del período abacial de fray Lerín.
De dicha imagen de la Virgen María no queda rastro, pues la construcción del precioso retablo de Damián Forment, encargado por el abad Caixal, hizo que desapareciera dicha imagen de la Virgen que presidía la iglesia del monasterio.
La retirada de la imagen de la Virgen María, del sitio de honor de la iglesia y la construcción del retablo ocasionaron en la comunidad del monasterio una verdadera borrasca, como explica fray Andrés en su manuscrito, pues este proyecto iba acompañado de hacer desaparecer la imagen antigua, objeto de un ferviente culto popular y oficial desde los tiempos más remotos.
Años más tarde, en 1557, explica fray Andrés a sus compañeros, refiriéndoles el milagro de la tela del vestido, que años atrás él «se peleó con el abad Caixal, que se guardara de cualquier calamidad y de quitar la imagen del lugar donde estaba en el altar mayor y que yo vería que no moriría abad que solo este pecado bastaría para confundirle».
Dicho documento no puede ser más explícito, pues no solo quitó la imagen del altar mayor, para colocar el retablo, sino que hizo desaparecer la imagen. Ello propició la protesta de la comunidad, que debió sentirse herida en lo más vivo de su devoción y en su respeto a la tradición vinculada a la antigua imagen.
Este documento viene a iluminar la historia tenebrosa de la construcción del precioso retablo del abad Caixal, realizado entre 1527 y 1529, que ocasionó un gran revuelo en el monasterio.
El abad Caixal contactó con el conocido escultor valenciano Damián Forment para la construcción de un retablo de alabastro para el altar mayor de la iglesia del monasterio por un precio muy elevado, con lo que lapidaba los recursos económicos del monasterio. Durante la construcción se produjeron anomalías, resultando el retablo de un tamaño y una calidad inferior a la prevista. La comunidad le acusó como autor de un verdadero atentado contra la piedad popular y la más genuina devoción del Monasterio y no le pudo perdonar el pecado, que como dice fray Andrés, «por sí solo bastaría para confundirle».
Pero como explica Agustí Altisent, en junio de 1531, el prior y la comunidad de Poblet dirigieron diversas cartas al emperador Carlos I, comunicándole el mal gobierno del abad y que convenía que el abad de Citeaux, superior general de los cistercienses, arreglara la situación, pues la comunidad estaba segura de que los deméritos del abad Caixal eran tan grandes que sería depuesto de su cargo. Fue la comunidad del monasterio quien suplicó la deposición del abad.
El abad de Cîteaux fue a Poblet a hacerse cargo de la situación y junto a otros abades de los diversos monasterios españoles incoaron el proceso en toda regla, examinando detenidamente la causa del abad de Poblet. Después de escucharle a él y a todos los testimonios y siendo convicto de la relajación de la observancia regular y disipador de los bienes del monasterio, por estas y otras cosas, el 15 de noviembre de 1531, fue leída la sentencia de deposición y reclusión perpetua del abad, que él aceptó humildemente y al día siguiente prestó obediencia al nuevo abad fray Fernando de Lerín, elegido por la comunidad.
Se pregunta Altisent, ¿cuáles fueron en realidad los delitos de Caixal por el que fue depuesto por un reglamentario y escrupuloso proceso? En primer lugar, dice, que su elección fue simoníaca. que en la administración fue perjuro y cayó en excomunión, que retuvo el producto de las ventas de las joyas litúrgicas del monasterio, que suprimió la cera para la iluminación del Santísimo y se apropió de sus rentas, que suprimió la caridad a los pobres y peregrinos y vivía de manera disoluta.
El emperador y el abad de Cîteaux aliviaron su pena de cárcel y le permitieron ir al castillo de Xàtiva (Valencia) donde murió en 1543.