Milagros eucarísticos en la provincia de Tarragona en los siglos XV y XVI

La presencia del Santísimo Sacramento apaga de manera prodigiosa el terrible fuego que amenazaba extenderse a toda la ciudad.
En uno de los manuales notariales de Tarragona se encuentra el acta siguiente que, traducida del latín, dice: Sábado, día XI de junio de 1401.
Hoy por la noche un fuego horroroso, nunca visto en Tarragona, se ha apoderado de la casa de Juan Fernández, boticario, situada en la calle de la Pañería Vieja, el cual, tras de haber derribado la casa de dicho boticario y la de su vecino, a pesar de haberse derribado también los centros inmediatos para aislarlo, se iba extendiendo por todos sitios y todo con una ferocidad espantosa. Los ciudadanos, desesperanzados de poderlo apagar acudieron a los canónigos para que invocasen la protección del Cielo. El Capítulo ordenó enseguida una procesión con el Santísimo Sacramento y el santo brazo de santa Tecla, la cual salió de la Catedral hacia las escaleras, llamadas de la “quartería” y allí se dio la bendición con la custodia sobre Tarragona, tras la cual el fuego se extinguió rápidamente «et continente, plebe videnti, ignis fuit miraculose sofocatus”» (A. H. A. Man. -Nota. De la Ciudad, 7407-Fragmento)

La Hostia incorrupta de Cambrils
El historiador Narciso Feliu de la Pena, citando la autoridad del Sr. Massot, cuenta que en Cambrils había un convento de PP. Agustinos, llamado Nuestra Señora de la Gracia; y que el día 22 de enero del año 1615, removiendo una gran piedra del altar mayor, se encontró una escritura del año 1.365 que daba fe de la consagración de la citada iglesia, y entre otras reliquias, encontraron unos corporales nuevos y blancos dentro los cuales había una hostia blanca como los mismos corporales, pese hubieran pasado muchos cientos de años desde que fue reservada. Para que fuera manifestada la divina maravilla, los religiosos suplicaron al arzobispo de Tarragona que autentificara el milagro (Anales de Cataluña, edic. 1709, p. 234.)

La SSma. Reserva incombusta de Gratallops
Refiere el cronista tarragonés Josep Blanch que en el 1423 sucedió un caso maravilloso en la iglesia del pueblo de Gratallops de esta diócesis. Y es que relampagueando mucho un día del mes de julio, un rayo prendió fuego a dicha iglesia fundada bajo la advocación de S. Lorenzo, la cual se quemó toda, con cuantos altares, ropas y demás cosas había; y después de consumido y acabado el fuego se encontró la caja de plata de la Reserva, con las sagradas formas consagradas, intacta y sin lesión alguna, todas sinrazón y tanto lindas como si en ese punto se hubiesen reservado, con los corporales también ilesos y buenos . D. Dalmau de Mur, visto el milagro, dio licencia a los de la villa para que por todo el arzobispado captasen donativos para reedificar dicha iglesia (1). He querido relatar este milagro para confusión de los herejes que no creen en este sacramento santísimo.» (Extraído del Arquiepiscopologi, cap. 37).

El Cielo se ha abierto en la misa del beato Nicolás Factor, celebrada en la capilla de Nª Sª del Claustro de Tarragona
¡Todos los monografistas del Santuario de la Virgen del Claustro de Tarragona están contextos con el cronista seráfico de Cataluña y con el biógrafo del beato Nicolás Factor en que el citado Fray Nicolás, encontrándose en Tarragona 1582, por disposición expresa de María Santísima dijo Misa en la capilla del claustro de la catedral. Al levantar el cáliz se abrió el cielo descendiendo maravillosos resplandores. Lo cual fue visto por la beata Ángela Salviona de Reus, y habiéndole preguntado al beato celebrante la causa, respondió que de esa manera se abrió el cielo cuando el arcángel San Gabriel descendió a llevar la embajada de la Encarnación a María Santísima. (A. H. A. Memorias de Nª. Sª. del Claustro. ms. p. 8).

La multiplicación del «Sanguis» ante la duda de un religioso de Poblet
Hacia el 1556 un venerable religioso de Poblet celebraba el santo Sacrificio de la Misa en la recogida capilla claustral de San Jerónimo. Así que hubo consagrado el vino del cáliz se vio tentado por la duda sobre la presencia real de Jesucristo en las especies eucarísticas; durante la tentación el «Sanguis» se multiplicó prodigiosamente hasta el punto de sobresalir del cáliz. Ayudaba la misa el fervoroso médico del referido monasterio, D. Juan de la Peña, el cual, al darse cuenta del prodigio, sospechando la causa, dijo al celebrante: «Padre, tenga fe». En la voz del ministro se enfervorizo de nuevo el sacerdote y seguidamente el milagroso «Sanguis» se redujo a la normalidad. Terminada la misa, el mismo sacerdote declaró humildemente la causa del prodigio, del que habían sido testigos él y el ministro. (Finestres, Historia del Real Monasterio de Poblet, Tom. IV, p.152.)