La perenne actualidad de la devoción al Corazón de Jesús

Estamos en plena celebración del año jubilar que la Santa Sede ha concedido a la diócesis de Getafe con motivo del centenario de la consagración de España al Corazón de Jesús, y con el fin de ganar el jubileo numerosas parroquias, colegios, movimientos católicos y fieles en general están peregrinando al santuario del Cerro de los Ángeles. La Conferencia Episcopal Española también se ha querido unir a estas peregrinaciones y el pasado 3 de abril en el marco de la reunión de la Asamblea plenaria, hubo una concelebración de la Eucaristía de todos los obispos en el curso de la cual el presidente de la Conferencia, el cardenal Ricardo Blázquez, pronunció una fervorosa homilía glosando la actualidad de la devoción al Corazón de Jesús, íntimamente ligada con la historia de grandes santuarios repartidos por tantas ciudades y pueblos de Europa. En España destacan entre todos los tres grandes santuarios corazonistas: santuario de la Gran Promesa de Valladolid. Tibidabo y el Cerro de los Ángeles. Al leer la homilía del Cardenal nos ha llamado la atención el comentario que hace sobre el desarrollo de la devoción al Corazón de Jesús: «Hace un tiempo que tuvo una inmensa eclosión y manifestación popular entre nosotros (desde la segunda mitad del siglo xix hasta la primera mitad del xx) y últimamente ha resurgido».
Estas referencias cronológicas nos invitan a una sencilla reflexión. La difusión de la devoción al Corazón de Jesús esta íntimamente ligada con la tarea apostólica del padre Enrique Ramière, especialmente con el impulso de refundación que dio al Apostolado de la Oración. En España empezó a publicarse El Mensajero del Corazón de Jesús en 1866, simultáneamente se erigió el «Apostolado de la Oración», bajo la dirección del canónigo penitenciario de la catedral de Barcelona José Morgades y Gili, futuro obispo de Vic y posteriormente de Barcelona. Morgades conoció la obra del Padre Ramière debido a su exilio en la tierras del sur de Francia, (la dirección general del Apostolado de la Oración radicaba en Toulouse) durante la persecución religiosa que hubo en España en la primera República. En España, como en tantos países de Europa, la devoción al Corazón de Jesús, se extendió de un modo espectacular, sin precedentes en ninguna otra obra apostólica, gracias al Apostolado de la Oración. Y a la modesta, pero muy bien hecha revista El Mensajero del Sagrado Corazón de Jesús, de gran contenido, pero al mismo tiempo expuesto de un modo muy popular. Al cabo de unos pocos años en casi todas la parroquias había un altar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, y se había constituido una sección del Apostolado con sus correspondientes «celadores y coros», que organizaban los actos propios para la práctica de la piadosa devoción: comunión reparadora de los primeros viernes de mes, Hora Santa, procesión de la fiesta del Sagrado Corazón ,etc. Todo explica las palabras del Cardenal Blázquez: «inmensa eclosión y manifestación popular».
El padre Ramón Orlandis, que siempre consideró que su tarea apostólica estaba en continuidad con la obra del padre Ramière, impulsó la fundación de la revista Cristiandad en 1944 con el fin de colaborar apostólicamente con la difusión de la devoción al Corazón de Jesús. El lema de la revista así lo confiesa: «Al Reino de Cristo por los Corazones de Jesús y María». La vida de la revista ha transcurrido en estos años que según la cronología del cardenal Blázquez parecería que la devoción al Corazón de Jesús iba declinando en la Iglesia. Durante estos 75 años que tiene la revista nuestro propósito ha sido «Clama ne cesses» aunque hubo momentos que era una voz que clamaba en el desierto. Hoy al escuchar las palabras del presidente de la conferencia episcopal española en que se afirma un nuevo resurgir de esta devoción damos gracias a Dios y renovamos nuestro propósito de fidelidad a la vocación inicial recibida y reafirmamos nuestra confianza en aquello que tantas veces han enseñado los papas: la devoción al Corazón de Jesús es el remedio que providencialmente Dios ha dispuesto en estos tiempos para curar las heridas tan profundas que sufre el hombre de hoy como consecuencia del rechazo de la soberanía de Dios y el olvido del amor misericordioso de su Corazón.