Lo que se esconde tras la devaluación de la lira turca

Nadie discute el papel geopolítico de Turquía: gozne entre Europa, Rusia y Oriente, es un actor clave en tan compleja región. Aliada de los Estados Unidos durante la Guerra fría, el final del kemalismo y la llegada al poder de los islamistas del presidente Erdogan, ha ido alejando al país de la órbita occidental. Cada vez más distanciada de Estados Unidos y con una relación con Rusia que combina rivalidad y alianza, Turquía emerge como un país cada vez más islamizado y que aspira a liderar a los países de confesión sunita. De entrar en la Unión Europea, como hasta no hace tanto se discutía, ni se habla, si bien la importante presencia de población de origen turco en Europa, principalmente en Alemania y en los Balcanes, hace que su capacidad de presión no sea desdeñable.
Este verano Turquía ha sido noticia por la grave crisis financiera provocada por la fuerte caída de la cotización de la lira turca, su moneda, de resultas de los aranceles que el presidente Trump ha decretado contra una serie de productos que Estados Unidos importaba desde Turquía. Un golpe económico que es una represalia de Trump a la negativa turca a liberar al pastor evangélico estadounidense Andrew Brunson, encarcelado en aquel país. Brunson, que lleva veinte años viviendo en Turquía, fue encarcelado en octubre de 2016 durante la ola de detenciones realizada tras el fracasado intento de golpe de Estado de julio de ese año contra el presidente Erdogan. Inicialmente Brunson fue acusado de formar parte de un grupo terrorista armado, si bien en 2017 se le imputaron finalmente cargos por espionaje e intento de derrocar al gobierno. El presidente Trump manifestó, pocos días antes de la puesta en efecto de los nuevos aranceles, que si Brunson no quedaba en libertad Turquía sufriría «enormes sanciones».
Este caso es la punta del iceberg de una persecución a los cristianos cada vez mayor, lo que impulsa que la ya muy reducida comunidad cristiana turca vea como muchos de sus miembros eligen emigrar. Un efecto que, lejos de ser indeseado, es visto con complacencia por quienes detentan el poder en su proyecto de islamización neo otomana.