Una lectura teológica de las «fake news»

La proliferación de las llamadas «fake news», noticias falsas, ha llevado a que hasta el Papa denuncie sus peligros. El padre Benedict Kiely nos ofrece, en Saint Austin Review, una reflexión sobre ellas desde la teología:
«Es posible rastrear el origen de lo que popularmente se llama “noticias falsas” hasta un jardín hace mucho tiempo, donde se hizo una promesa. Aquella promesa fue una mentira, pronunciada por el que Jesús dijo que era el Padre de las mentiras.
Desde la primera transmisión de noticias falsas: “no morirás, de hecho serás como Dios”, la fabricación de la “verdad”, la ofuscación de la verdad y la creación de falsedades enmascaradas como verdad, se han convertido en todo un arte. El arte de mentir, y el terrible peligro que representa para una sociedad libre, fueron identificados hace décadas por el gran historiador de la cultura, Christopher Dawson. Escribiendo en la década de 1930, cuando los dos sistemas ateos del comunismo y el nazismo se dedicaban a fabricar sistemáticamente noticias falseadas, Dawson habló de las “nuevas artes negras de sugestión y propaganda de masas”, que casi podrían describirse como la esencia de las noticias falsas. Dawson identificó correctamente estos fenómenos como “artes negras”; en otras palabras, sabía su origen y el poder casi mágico que podrían tener para manipular y convencer.
El sistema soviético fue casi la definición de una mentira que se autoperpetúa, desde las falsas cosechas de cereales hasta los juicios-espectáculo estalinistas. Joseph Goebbels, en la Alemania nazi, creó una de las mayores máquinas de propaganda que el mundo haya conocido, utilizando los últimos avances en la tecnología moderna de imagen y sonido para difundir su sucio y venenoso mensaje de racismo y odio.
Detectar la propaganda se hace más difícil cuando medios en los que antiguamente se podía confiar (como las grandes cadenas norteamericanas o la BBC) ya no parecen presentar noticias objetivas, sino que presentan “noticias” con comentarios editoriales adicionales, contaminados con el sesgo de la propaganda. La sugestión de masas es mucho más penetrante que la propaganda abierta y, precisamente por eso, mucho más peligrosa. La sugestión, a través de insinuaciones, hechos seleccionados, fuentes anónimas o no verificadas, todo envuelto y bellamente empaquetado y producido, es una forma de arte que entusiasmaría a los especialistas en medios soviéticos y a los técnicos nazis. La sugestión de masas, hermana gemela más atractiva y más sutil de la propaganda, usualmente toma la forma de diseminar una falsedad a través de la falta de inclusión de información relevante y necesaria. Estos “pecados de omisión” en las noticias falsas a menudo pueden ser las más mortíferas de sus artes negras. El demonio recompensa a quienes practican sus artes negras, dándoles su hora de orgullosa gloria antes de su faustiana caída en la oscuridad. Al hacer sus promesas, el diablo nunca menciona las consecuencias de creer en sus mentiras. Él es, después de todo, el señor de las noticias falsas.»