Van Thuan, libre entre rejas

En el año 1975, el cardenal François Xavier Nguyen van Thuan, se hallaba confinado en una residencia muy cerca de su sede episcopal. Poseía apenas lo que quedaba de una muda roñosa, un rosario, un lápiz y unos papeles de calendario que le facilitaba un pequeño discípulo a través de la ventana. En ellos escribía el padre de aquellos católicos resistentes sus «cartas» que por el mismo medio eran llevadas, copiadas y leídas por todos sus hijos. Ahí escribía: «Estoy en la cárcel. Si espero el momento oportuno de hacer algo verdaderamente grande, ¿cuántas veces en mi vida se me presentarán ocasiones semejantes? No, aprovecho las ocasiones que se presentan cada día para realizar acciones ordinarias de manera extraordinaria. Jesús, no esperaré; vivo el momento presente colmándolo de amor.»
El libro de Teresa Gutiérrez de Cabiedes nos abre la puerta a descubrir algunos de estos momentos colmados de amor por el cardenal Van Thuan a lo largo de sus trece años de cautiverio. Es el descubrimiento de un alma preciosa desde la perspectiva de su amor a Dios y el que derrocha a su alrededor con sus detalles, sus consejos, sus atenciones o su divertidísimo humor aun en las peores circunstancias de una penosísima vida de preso «político»… sometido a palizas, a interrogatorios extenuantes, en incomunicación absoluta –¡nueve años ni más ni menos!–, en un campo de prisioneros o recluido en una pobre residencia.
No estamos ante el minucioso detalle de las calamidades sufridas por el cardenal Van Thuan ni ante el itinerario espiritual de un alma empujada a la senda del martirio ni menos ante la introspección de un personaje que asombró al mundo con su resistencia, con su coraje y, por encima de todo, con su fe; el propósito del libro es mucho más evangélico que ese, es aquel que nace de aquellas palabras de Cristo a los apóstoles: «por sus frutos los conoceréis». Ése es el propósito de un libro que se lee con facilidad, sin efectismos extraños ni pretensiones de elevadas teologías: venga usted y asómbrese ante la capacidad de hacer cambiar los corazones con el amor, con el amor de un hombre lleno de Dios. Al cerrar el libro, se tiene la sensación de haber sido alcanzado también por ese amor… y uno da gracias a Dios.