Los pequeños ostensorios

El pasado 21 de noviembre el papa Francisco hizo pública la carta apostólica Misericordia et misera en la que, finalizando ya el Jubileo de la Misericordia, analiza algunos de los frutos de este año extraordinario. En ella el Santo Padre remarca cómo la celebración de la misericordia ha tenido lugar de modo especial en la Confesión y, recordando los numerosos testimonios de conversión de que han testigos los confesores durante este año, invita a todos los fieles a devolver al sacramento de la Reconciliación el puesto central que le corresponde en la vida cristiana.
Coincidiendo con esta recomendación del Papa nos llega desde Francia la noticia de una nueva iniciativa evangelizadora orientada especialmente a promover el sacramento de la Confesión entre los más pequeños de la familia: «los pequeños ostensorios».
Un ostensorio o custodia es aquella pieza de orfebrería que, aunando la calidad de los materiales con la belleza artística, se utiliza para exponer el Santísimo Sacramento durante la adoración eucarística. Basándose en la simbología que encierra este hermoso objeto litúrgico, Ingrid d’Ussel, madre de familia y promotora de esta iniciativa, explica en su página web (http://www.lespetitsostensoirs.com) que escogió este nombre porque «la absolución recibida en el sacramento de la Penitencia nos permite ir a la ciudad de los hombres para ser portadores de Cristo. De esta forma el resplandor de Cristo a través de nosotros no es atenuado por el velo de gris de nuestra negrura interior. Preocupándonos por ser el más hermoso ostensorio posible de Cristo, servimos mejor a la misión de anunciar a Jesucristo. Y los círculos de confesión frecuente para niños tienen precisamente esta finalidad: transformarles en ostensorios del Señor lo más bellos posibles».
Estos pequeños círculos de niños entre 4 y 14 años se organizan a nivel local para reunirse una vez al mes en la parroquia donde, ayudados por sus padres y habiéndose preparado con antelación mediante un buen examen de conciencia, se confiesan y oran por la confesión de los demás. Gracias a la regularidad y eficacia del sacramento, los niños van profundizando en su amor a Jesús y en el conocimiento propio, convirtiéndose en testimonios vivos de la alegría que conlleva el «el renovado encuentro con el Señor en el sacramento de la Confesión» (Misericordia et misera, 9).
Como instrumento para la difusión de la iniciativa, puesta bajo el patrocinio de la Virgen María, Madre de Misericordia, Ingridd’Ussel acaba de publicar un librito titulado Por favor, mamá, llévame a confesar. El libro, como afirma en el prólogo el cardenal Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, es un llamamiento a los padres a enseñar a sus hijos la bondad misericordiosa de Dios por todos los pecadores, que se den cuenta de cómo el sacramento de la Reconciliación les permite recibir la gracia para resistir futuras tentaciones y así vayan creciendo en las virtudes para ser configurados a Cristo cada vez más.