Lo que ocurre en África y se silencia

Solemos dedicarle poca atención a África y cuando lo hacemos es debido a alguna catástrofe puntual. No obstante, gracias a un periodista keniata, Matthew Otieno, hemos sabido que tribus enteras son sometidas a esclavitud y excluidas de la educación y el mercado laboral, expulsadas de sus tierras por la fuerza. Está sucediendo hoy ante el silencio del mundo entero.
¿Cómo puede ser posible? Quizás el silencio que se extiende sobre estas situaciones se deba a que la realidad no encaja en el discurso oficial. El problema es que todos esos desmanes no son obra del hombre blanco, sino que son otras tribus africanas las responsables de explotar, esclavizar y expulsar a los pigmeos, a los bosquimanos o a los ogiek.
África ha sido testigo de numerosas migraciones, invasiones y conflictos dentro del propio continente. De hecho, muchas de las supuestas poblaciones indígenas se establecieron por la fuerza en sus «territorios originarios» poco tiempo antes de que llegasen los colonizadores europeos. Y su establecimiento fue, en muchas ocasiones, más agresivo, violento y traumático que la colonización europea. La descolonización devolvió en ocasiones a las tribus a esa situación anterior a la llegada del «hombre blanco».
Algunos casos concretos: los pigmeos en la República del Congo viven sometidos por los bantús, sin acceso a educación y en condiciones asimilables a la esclavitud. Muchos de ellos son asesinados en zonas de guerra debido a la creencia, muy extendida, de que matar a un pigmeo confiere poderes mágicos en la batalla a quien perpetra el asesinato (en ocasiones al asesinato se une el canibalismo).
Los bosquimanos o san, que durante milenios han habitado la vasta sabana, ven cómo se les arrebata su hábitat: sus territorios pasan a ser, por orden gubernamental, reservas de las que son expulsados por la fuerza.
En Kenia, los ogiek están en perpetuo conflicto con el gobierno, que presiona para expulsarles de sus territorios ancestrales en los bosques de Mau y del monte Elgon para crear en ellos reservas y explotaciones agrícolas.
Situaciones todas que provocarían, con justicia, la indignación general si los culpables fuesen quienes desea el discurso políticamente correcto pero que, al ser responsabilidad de otros africanos, se silencian para así evitar que caiga sobre cualquiera de nosotros la acusación de racismo.