Steve Mosher: «Si buscas el bien encontrarás a Dios»

La visión de la brutalidad de los abortos de los bebés de siete meses en China fue el terremoto que tambaleó la vida de Steve Mosher, sociólogo investigador en la universidad de Stanford (EE.UU.) que lo llevó de ser un convencido proabortista a dedicar toda su vida a la defensa de la vida. Ha sido un camino especial de conversión, pues fue el constatar el mal que el aborto producía lo que le movió interiormente a iniciar su búsqueda íntima de la verdad y de Dios.
En 1980 Steve era un prometedor investigador social, especializado en demografía y sobrepoblación, con una mentalidad sobre la concepción humana fundamentada en el «derecho a decidir de las mujeres» y completamente abortista. Pero todo cambia, cuando en Stanford le llega una aceptación del solicitud para ir a realizar una estancia de su doctorado en China. En ese momento, el país estaba en el punto álgido de la implantación de la «política del hijo único» y era la primera vez que permitían la entrada de un extranjero para estudiar cómo se estaba implementando esta medida y sus beneficios. El gobierno, confiado en la buena impresión que luego iba a causar esta forma de control de natalidad a nivel mundial llevó a Mosher a las zonas de la China rural.
El trabajo de Steve fue seguir a las mujeres en su último trimestre de embarazo y acompañarlas también a los centros abortistas; pero, lo que vio allá marcó la trayectoria de su vida. Él mismo cuenta que: «ellas (las madres) lloraban pidiendo misericordia y rogando por sus hijos a punto de morir o que fallecían delante de sus ojos apenas extraídos de sus vientres. Ahora sé que una cosa es pensar o discutir sobre el aborto en abstracto y otra muy distinta es ver a un bebé de siete meses de gestación, de quien nadie podría decir que no es, verdaderamente, uno de nosotros». Ser testigo de cómo las mujeres eran forzadas al aborto, sin ningún tipo de opción, ver matar a niños de siete meses delante suyo le produjo un gran impacto. «Era como si el abismo del Infierno se abriera ante mí. Todas las racionalizaciones sobre el aborto fueron barridas de mi mente por la brutalidad de los hechos: la indiscutible humanidad de estos niños que estaban siendo asesinados sin piedad. Instantáneamente me di cuenta de que el aborto es acabar con una vida humana… y me convertí en provida».
Él describe esta experiencia como algo horroroso «En una escala del mal de 1 a 10, esto fue sin duda un 10. Y si se podía llegar a un mal tan horrendo, llegué a la conclusión de que debería haber una forma mayor de hacer el bien o el universo sería una verdadera locura». En ese momento se produce un punto de inflexión en la vida de Steve Mosher y dentro de sí se pone en marcha la búsqueda de Dios.
A su llegada a Stanford comenzó a escribir artículos contrarios al aborto y a la política del hijo único, pero eso no gustó a la opinión pública ni a otros sociólogos compañeros suyos investigadores. Al volver, pensó que sus amigos de la sociedad científica, que apoyaban con ardor el «derecho a decidir de la mujer» lo respaldarían; sin embargo la realidad fue muy diferente y sus publicaciones no recibieron una cálida bienvenida. Además, una fuerte presión china llegó a la dirección de la universidad de Stanford y rápidamente fue expulsado. El mismo Mosher comenta con gracia: «para que le sirve a un hombre ganar un doctorado si luego uno pierde su alma».
En parte, su búsqueda espiritual se puso en marcha debido a las consecuencias prácticas de su trabajo académico. Desde que Mosher fue expulsado de Stanford, se dedicó a escribir y a trabajar en otros centros de investigación y comenzó a darse cuenta de que «la única organización que defiende la sacralidad de la vida desde la concepción hasta la muerte natural era la Iglesia católica». Además, «estudiando historia china me di cuenta de que las dinastías pasaban. Todas aunque fuesen muy poderosas como máximo duraban trescientos años, pero que la Iglesia era la única institución que llevaba toda la historia de pie anunciando el Evangelio». En esta época, él y su esposa Vera, que fue criada en una familia católica, comenzaron a asistir a la iglesia juntos. Sin embargo, el experto todavía no había encontrado su vocación profesional y se sentía a la deriva.
Fue en ese momento cuando recibió un día la llamada del padre Paul Marx, sacerdote benedictino y fundador del Human Live International (gran asociación católica provida) invitándole a dar unas conferencias. Mosher estaba poco dispuesto a participar, pero dado que no tenía otras ocupaciones apremiantes, aceptó la invitación. Y resultó que durante las charlas se sintió gratamente acogido por esas personas que al principio le parecían un poco raras pero que eran en realidad gente amable, inteligente y muy cariñosa. Así, poco a poco, comenzó a ser un conferenciante habitual y a tratar íntimamente con el padre Marx, que llegó a ser su director espiritual y lo marcó profundamente. El padre Marx, además, le instruyó en los métodos naturales y él y su esposa han tenido nueve hijos, de los cuales muchos de ellos están también muy involucrados en la lucha por la defensa de la vida.
Echando un vistazo a su vida, Steve reconoce que la visita a las instalaciones de abortos en China le obligó a abandonar su superficial y no cuestionada adhesión al relativismo moral para embarcarse en su inesperada peregrinación espiritual. Su esposa Vera, confirma que la experiencia de su marido en China tuvo un impacto duradero también en su propia vocación a la paternidad. «Ver a un bebé abortado lo tocó de una manera profunda. Él tenía un padre mucho menos que perfecto, pero encontró a nuestro Padre en el Cielo y el gran amor y el perdón que Él ofrece».
Al poco tiempo, Mosher comenzó a trabajar para HLI (Human Live International). Su misión específica se centró en el desarrollo de argumentos basados en datos científicos que pongan en evidencia la falsedad del «mito de la sobrepoblación», así como en exponer públicamente los abusos contra los derechos humanos cometidos en los programas de control poblacional y comunicar a todos los niveles que las personas son el recurso más importante del mundo.
Steve defiende que la teoría de que el mundo se colapsará por la falta de recursos ante la cantidad de población, es errónea y conduce (al revés de lo que podría suponerse) a la muerte del mundo. Niega que el mundo esté superpoblado y defiende lo contrario: que el mundo necesita más gente, pues los países se envejecen y es un gran problema que no haya hijos que renueven la población. En una de sus conferencias explica que el estudio que defiende la teoría de la extinción de los recursos naturales por la sobrepoblación se ha demostrado que es un fraude y que está mal realizado. Este estudio fue dirigido por un centro masón romano y adoptado por el científico chino que propuso la política del hijo único en China. Más tarde incluso los mismos dirigentes del club reconocieron que el artículo estaba mal realizado.
En 1996 estos objetivos se convirtieron en la misión del Population Research Institute (PRI), que fue fundado como parte de HLI, pero que se hizo independiente poco después. Así, Steve Mosher continúa hoy su trabajo provida dando conferencias, escribiendo libros y trabajando con grupos afiliados en todos los EE.UU. y en treinta países. A menudo medita sobre cómo ese «infierno» de China lo llevó al movimiento provida y a la Iglesia católica y en las inspiradoras lecciones que aprendió junto al padre Marx, que murió hace unos años, pero de quien tiene una foto en la mesilla de su cama y al verla cuando se despierta por la mañana le interroga diciendo ¿Steve, dime qué harás por los niños hoy?