Dios siempre «le echa ganas»

«Gracias, Manuel, por tu testimonio y, especialmente, gracias por tu ejemplo. Me gustó esa expresión que usaste: “Echarle ganas”. (…) Creo que es lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando por la familia, soñando, construyendo, una vida que tenga sabor a hogar y a familia. ¿Le echamos ganas? Así me gusta, gracias.
»Y es lo que el Padre Dios siempre ha soñado, y por lo que desde los tiempos lejanos el Padre Dios ha peleado. Cuando parecía todo perdido esa tarde en el jardín del Edén, el Padre Dios le echó ganas a esa joven pareja y le dijo que no todo estaba perdido. Y cuando el Pueblo de Israel sentía que no daba más en el camino por el desierto, el Padre Dios le echó ganas con el maná. Y cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Padre Dios le echó ganas a la humanidad para siempre y nos mandó a su Hijo.
»De la misma manera, todos los que estamos acá hemos hecho experiencia de eso, en muchos momentos y de diferentes formas: el Padre Dios le ha echado ganas a nuestra vida. Podemos preguntarnos: ¿Por qué? Porque no sabe hacer otra cosa. Nuestro Padre Dios no sabe hacer otra cosa que querernos y echarnos ganas y echarnos adelante. No sabe hacer otra cosa, porque su nombre es Amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es Misericordia. Eso nos lo ha manifestado con toda fuerza y claridad en Jesús, su Hijo, que se la jugó hasta el extremo para volver a hacer posible el Reino de Dios. Un Reino que nos invita a participar de esa nueva lógica, que pone en movimiento una dinámica capaz de abrir los cielos, capaz de abrir nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras manos y desafiarnos con nuevos horizontes. Un Reino que sabe de familia, que sabe de vida compartida. En Jesús y con Jesús ese Reino es posible». (Encuentro con las familias en el estadio «Víctor Manuel Reyna» en Tuxtla Gutiérrez, 15/2/2016)