Iniciativas para el Año Jubilar de la Misericordia

Desde el inicio del Año Jubilar de la Misericordia el Papa Francisco viene insistiendo en la importancia de la confesión. «Acercarse al sacramento con el cual somos reconciliados con Dios, afirmaba el pasado 16 de diciembre, equivale a tener experiencia directa de su misericordia. Es encontrar el Padre que perdona: Dios perdona todo. Dios nos comprende también en nuestras limitaciones, nos comprende también en nuestras contradicciones. No solo eso, Él con su amor nos dice que cuando reconocemos nuestros pecados nos es todavía más cercano y nos anima a mirar hacia adelante. Dice más: que cuando reconocemos nuestros pecados y pedimos perdón, hay fiesta en el cielo. Jesús hace fiesta: ésta es su misericordia».
Con el fin de promover más visiblemente este «importante signo del Jubileo» el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización organizó recientemente la exposición en Roma de las reliquias de dos santos confesores: San Leopoldo Mandic y San Pío de Pietrelcina. Tanto el padre Leopoldo Mandic (1866-1942), capuchino de origen croata, como el padre Pío de Pietrelcina (1887-1968), capuchino italiano, dedicaron toda su vida al confesionario en Padua y san Giovanni Rotondo, donde miles de personas encontraban en su trato el testimonio privilegiado del perdón y de la misericordia. Las urnas con las reliquias llegaron a Roma el 3 de febrero y fueron expuestas para la veneración de los fieles en la basílica de san Lorenzo Extramuros, en la iglesia jubilar de san Salvador en Lauro y en la basílica de San Pedro hasta el 11 de febrero en que, después de una celebración eucarística de acción de gracias, volvieron a sus respectivos lugares de origen.
Por otro lado, coincidiendo con la celebración del miércoles de ceniza, el Santo Padre hizo entrega a los «Misioneros de la Misericordia» del mandato de anunciar la belleza de la misericordia de Dios y ser confesores humildes y pacientes. Estos «Misioneros» son más de mil sacerdotes provenientes de todos los continentes, nombrados exclusivamente por el Papa, que durante este año han recibido la autoridad de perdonar los pecados que están reservados a la Sede Apostólica, siendo testigos privilegiados del carácter extraordinario del evento jubilar. Con esta iniciativa, el Papa ha querido hacer patente la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios para que éste entre en profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental para la fe.