«Os espero a todos en el Cielo»

Mis queridos y amados hijos en Jesucristo:

Antes de partir para mi eternidad, debo cumplir con vosotros algunos deberes y satisfacer así un vivo deseo de mi corazón. Ante todo, os agradezco con el más vivo afecto de mi corazón la obediencia que me habéis prestado y cuanto habéis trabajado para sostener y propagar nuestra Congregación.
Yo os dejo aquí en la tierra, pero sólo por un poco de tiempo. Espero que la infinita misericordia de Dios haga que podamos encontrarnos todos un día en la feliz eternidad. Allí os aguardo.
Os recomiendo que no lloréis mi muerte. Es una deuda que todos tenemos que pagar, pero después nos serán ampliamente recompensados todos los sufrimientos soportados por amor a nuestro maestro Jesús.
En lugar de llorar, haced firme y eficaz propósito de permanecer seguros en la vocación hasta la muerte. Vigilad y procurad que ni el amor del mundo, ni el afecto a los parientes, ni el deseo de una vida más cómoda os induzcan al gran error de profanar los sagrados votos y traicionar así la profesión religiosa con la que nos hemos consagrado al Señor. Ninguno tome otra vez lo que hemos dado a Dios.
Si me habéis amado hasta ahora, seguid haciéndolo en adelante con la exacta observancia de nuestras Constituciones.
Vuestro primer rector ha muerto. Pero nuestro verdadero superior, Cristo Jesús, no morirá. Él será siempre nuestro maestro, nuestro guía, nuestro modelo; pero recordad que, a su tiempo, Él mismo será nuestro juez y recompensará nuestra fidelidad en su servicio.
Vuestro rector ha muerto, pero será elegido otro que cuide de vosotros y de vuestra eterna salvación. Oídlo, amadlo, obedecedlo, rogad por él, como lo habéis hecho por mí.
Adiós, queridos hijos, adiós. Os espero en el Cielo. Allí hablaremos de Dios, de María, Madre y sostén de nuestra Congregación; allí bendeciremos eternamente a nuestra Congregación, la observancia de cuyas reglas contribuyó poderosa y eficazmente a salvarnos. Sit nomen Domini benedictum ex hoc nunc et usque in saeculum. In te, Domine, speravi non confundar in aeternum.
Testamento espiritual de san Juan Bosco
DB, Memorie dal 1841 al 1884-5-6,
ASC 132, quaderni-taccuini 6.