Nota Pastoral de la CIV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española

Los Obispos de la Conferencia Episcopal Española, reunidos en Madrid en su CIV Asamblea Plenaria, han iniciado el estudio del borrador del documento «Iglesia servidora de los pobres», sobre la realidad social de nuestro país. Aprovechando esta ocasión, los prelados han querido dirigir a todos los católicos «un mensaje de aliento y cercanía en estos momentos en los que percibimos una compleja realidad social, que genera en no pocas personas inquietud e incluso desesperanza, especialmente en las más perjudicadas por la crisis económica».
En la nota pastoral publicada, los obispos españoles recuerdan que, «junto a eficaces políticas de concertación social y de desarrollo sostenible, necesitamos una verdadera regeneración moral a escala personal y social y con ella la recuperación de un mayor aprecio por el bien común, que sea verdadero soporte para la solidaridad con los más pobres y favorezca la auténtica cohesión social de la que tan necesitados estamos. La regeneración moral nace de las virtudes morales y sociales, y para un cristiano viene a fortalecerse con la fe en Dios y la visión trascendente de la existencia, lo que conlleva un irrenunciable compromiso social en el amor al prójimo, verdadero distintivo de los discípulos de Cristo (cfr. Jn. 13. 34-35). A todos nos es necesario recordar que “sin conducta moral, sin honradez, sin respeto a los demás, sin servicio al bien común, sin solidaridad con los necesitados nuestra sociedad se degrada. La calidad de una sociedad tiene que ver fundamentalmente con su calidad moral. Sin valores morales se apodera de nosotros el malestar al contemplar el presente y la pesadumbre al proyectar nuestro futuro. ¡Cuánto despiertan, vigorizan y rearman moralmente la conciencia, el reconocimiento y el respeto de Dios!» (Mons. Ricardo Blázquez. Discurso inaugural.17-11-2014)”.
»La vida democrática que, en paz y en libertad vive nuestro pueblo desde la Transición política, se verá así reforzada en el respeto de los derechos que nacen de la dignidad inalienable de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios. La ejemplaridad de los responsables políticos, sociales, económicos y eclesiales, constituirá siempre un elemento imprescindible para lograr una justa sociedad civil y una verdadera comunidad eclesial. También es necesario para ello el aprecio y fortalecimiento de la verdadera institución familiar, escuela de humanidad y núcleo de la sociedad, además de “Iglesia doméstica”. La unidad y amor de los esposos, la apertura a la vida y su defensa irrenunciable desde la concepción hasta su fin natural, la educación y amor de los hijos, el afecto y respeto a los ancianos, serán siempre una de las mayores garantías para una sociedad justa y la convivencia ciudadana en paz y libertad. A generar este clima social esperanzado, que contribuya al bien común integral de nuestra sociedad, quiere ayudar la Iglesia en la acción evangelizadora de sus pastores y fieles y en la de sus numerosas instituciones sociales, educativas y caritativas, que muestran a los demás el rostro de una Iglesia servidora de nuestro pueblo, especialmente de los más pobres y desvalidos.»